Buenos propósitos
Teniendo en cuenta las fechas que se acercan, y el hecho de que para el sábado que viene ya estaremos metidos en Navidad, me he propuesto efectuar desde este modesto rinconcito, un propósito de enmienda para todos aquellos a los que les llegue o de los que me logre acordar...
Para empezar, tendríamos que empezar por cada uno de nosotros, para que dejemos de llevarnos por el mercantilismo y seamos más humanos. Que cuando miremos a nuestro alrededor veamos personas y no animales. Que volvamos a dejar paso con amabilidad y no porque lo impongan las normas.
Después quisiera acordarme de los hombres, para que respeten a sus mujeres. Y a las mujeres, para que hagan lo propio con los padres de sus hijos. A los jueces, para que no enterremos a más Marilus. Y para que las leyes sean más justas. Que por muchos derechos que tengan los niños, ninguno viene con un manual de instrucciones y si a una madre se le va la mano, hay que ser un poco más flexible. Es incongruente ese castigo. Pues si lo aplicaran en todos los casos, a veces, tendrían que imponer dos o tres penas de muerte, al mismo criminal.
A nuestros políticos, para que sean más cercanos, menos embusteros y más competentes. Y sobre todo, que se preocupen de una puñetera vez en levantar este país, más que en asegurarse el sillón para los próximos 4 años.
Y a los líderes mundiales, que luchen de una vez por los derechos humanos. Por el hambre, por el sida, por tantas y tantas enfermedades para las cuales una simple vacuna es la cura y sin embargo mueren millones de críos por su ausencia.
Y por último y no menos importante, a Dios. Si a ti, que llevas dos mil años en la parra. Desde que mataron a tu hijo, parece que en vez de salvarnos nos ha hecho la cruz. Qué culpa tienen los pobres de su pobreza, los nobles de su nobleza, los niños de su inocencia, los desvalidos de su injusticia… aunque quizás habría que recriminarte: la opulencia de los ricos, el despotismo de los poderosos, la injusticia del destino, la locura de la muerte… en fin, tantas y tantas cosas para las que creamos un Dios que nos las justificara y que siguen sin justificación ni explicación posible.
Para concluir con estas buenas intenciones, me gustaría dirigirme a los hijos de puta. Muchos de ustedes pensarán que cómo puedo utilizar este término, teniendo en cuenta la buena intención de este manuscrito. Pues bien, las cosas hay que llamarlas por su nombre, y un tío que se dedica todo el año a hacer la vida imposible, en Navidad, Año Nuevo, su cumpleaños o su sepelio, siempre será un hijo de puta. Como les iba diciendo, a esos seres que en el fondo tienen la culpa –en su tanto por ciento correspondiente– de una parte de la infelicidad del mundo. Si dejaran de ser tan hijos…, quizás este mundo sería un poquito más habitable. O quizás la culpa la tenga Dios, que consiente con bastante beneplácito que estos señores entre en su casa, y se sienten a la derecha a la izquierda y donde les plazca. Pues, si tienes el poder de convertir en sal a la mujer de Job, de acabar con los primogénitos de Egipto y de abrir el mar, porqué no nos quitas unos cuantos hijos… ahora que se acercan estas fechas. Esa sí que serían unas dulces navidades.
Pd. Lo de perdonar y todo eso, se lo dejo a los hipócritas, yo prefiero ser sincero. A fin de cuentas no voy a desearle unas felices navidades a los que no se la merecen. A ustedes sí. Felices fiestas.
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