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No aprenden

No aprenden. Por mucho que se las pongan como dicen que se las ponían a Felipe II, no aprenden. El tradicional discurso de Nochebuena de Don Juan Carlos fue una pieza perfecta...

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No aprenden. Por mucho que se las pongan como dicen que se las ponían a Felipe II, no aprenden. El tradicional discurso de Nochebuena de Don Juan Carlos fue una pieza perfecta. Habló de lo que preocupa de verdad a los españoles, llamó a la unidad y al esfuerzo común y mostró esperanza y confianza en la capacidad de esta gran nación para salir de la crisis como en otras ocasiones. Fue sencillo y directo y dijo lo que cualquier persona con sentido común hubiera expresado: hay que ser solidarios y dar respuesta a los que están perdiendo su trabajo, hay que promover políticas de empleo, mejorar la educación y apostar por la innovación tecnológica, que son claves del futuro, recuperar la confianza en las instituciones financieras, pero sobre todo, hay que “tirar del carro” todos y en la misma dirección. “Hay que promover, dijo el Rey, una cultura política de ilusión, unidad y responsabilidad, no es tiempo para el desánimo. Hemos sabido salir de otras situaciones peores”.

Don Juan Carlos pidió a todos los partidos, a los agentes económicos y sociales algo que parece sencillo en uno de los momentos más difíciles de los últimos cincuenta años: “esfuerzo, ética, unidad e ilusión”. Pues bien, unas horas después, el espectáculo de los portavoces de los dos grandes partidos fue, como las viejas fincas de riego, “manifiestamente mejorable”. En lugar de aceptar el reto del mensaje de aparcar diferencias y ponerse a trabajar juntos, siguiendo la petición real, unos lo aprovecharon para reiterar sus críticas a lo que hace el Gobierno que tenemos y los otros para exponer, una vez más, lo poco que contribuyen los otros. “Si se pican, ellos sabrán porqué”, dijo, uno de ellos, como si estuviera todavía en el patio del colegio. Se siguen mirando al ombligo, tratando de fastidiar al contrario, de ganar votos, de hacer marketing, de vender lo invendible.

Y en la calle hay cada día más parados, menos empleo, menos emprendedores dispuestos a jugársela invirtiendo, menos bancos dispuestos a prestar dinero, una educación bajo mínimos, una justicia también manifiestamente mejorable. Los políticos tienen trabajo por delante y podían lanzar ese mensaje de ilusión y de “juntos podemos” que lanzó el Rey, quien recordó estos “treinta años de democracia plena” y del “mayor progreso y modernización de nuestra historia”. Ese espíritu de la Constitución, que ha dado un impulso de cambio a nuestro país se está despilfarrando lamentablemente. No aprenden los políticos. Hay que recuperar esos valores, olvidar diferencias, buscar objetivos compartidos y ponerse a trabajar juntos. La crisis puede ser una oportunidad para mejorar la eficiencia y la competitividad o un camino hacia una sociedad menos justa, menos rica, menos emprendedora, más dependiente. “Juntos podemos”, ha dicho el Rey. El problema es que los que deberían unirse, no quieren.     

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