Mientras en el otro lado del mundo el presidente de los EEUU y el de Ucrania debaten de forma descarada y grotesca, y hasta inquietante, o mientras el Papa Francisco pasa por sus horas de salud más complejas, Jerez parece estar inmerso en su propio biorritmo con un Festival que aporta optimismo y alegrías. La ciudad vive sus días más intensos en cuanto a cultura se refiere, sobre todo por la amplia representación de cursillistas que han superado la media habitual. Proceden de más de cuarenta países distintos y están llenando todas las salas que ofrecen espectáculos, tanto las de la organización oficial como las conocidas actividades paralelas.
Quizás no se valore lo suficiente todo lo que esto supone para esta tierra que sigue manteniéndose en gran parte de su idiosincrasia, esa que llama al turismo y favorece la creación de empleo. Restaurantes, hoteles, apartamentos turísticos, artistas, artesanos, transporte… son muchos los negocios, sobre todo del centro, que afrontan un mes complicado como es febrero con la alegría de la llegada de visitantes.
Estamos en el ecuador de la muestra y, aunque por supuesto haya que esperar hasta el final porque, como se suele decir, hasta el rabo todo es toro, ya es previsible el éxito en número y repercusión. El Teatro Villamarta ha acogido espectáculos muy valorados como los del Ballet Andaluz de Flamenco, Eva Yerbabuena, Rafaela Carrasco, Antonio Najarro (con su ballet), Mercedes de Córdoba o María José Franco (¡cómo le cantó Luis Moneo!). Prácticamente cada noche con un cien por cien de entradas vendidas. En otras salas como el Blas Infante, un sitio novedoso en esta edición y que obliga al público a cruzar el Parque del Retiro hasta llegar a la zona de Las Delicias. Es una novedad que cuesta asimilar. Lucía la Piñona, por ejemplo, ha vuelto a demostrar estar en un gran estado creativo y rebosante de libertad.
El cante grande de Macanita y Jesús Méndez han conquistado la bodega Los Apóstoles de González Byass, con un registro clásico pero con guiños a versiones populares que fueron acompañadas, en ambos conciertos, con los pianos de José Zarzana y Borja Évora, respectivamente. Ambos han superado las ya enormes expectativas que crean sus comparecencias. Tremendos. Una de las citas más esperadas era la del estreno del disco de Ángeles Toledano, una total muestra de convencimiento y seguridad en sí misma, con letras actualizadas y personales, con una puesta en escena iconoclasta y atrevida, con música electrónica como atmósfera propia. Así, Ángeles es un tesoro que siempre está por descubrir.
El ciclo de Peña en Peña sigue contando con el respaldo del público. La entrada es gratuita, la tapita de medio día invita al disfrute y el contacto directo con el artista se valora sobremanera. Gente de toda procedencia, edad o religión, se dan la mano en estos santuarios del flamenco de Jerez. Las calles son ríos caudalosos por los que desfilan los aficionados. Los tabancos, salas de fiesta o los barrios históricos son visitados y recobran vida. El Festival parece respirar en su propio microclima y eso es maravilloso.
