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Jerez

"No paro de pensar qué habría pasado si mis hijos hubiesen venido en el coche esa tarde"

Cristian se vio atrapado en su coche y arrastrado por una riada en la carretera del Calvario: logró salir a nado y alcanzar un montículo a la espera de ayuda

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  • El vehículo de Cristian tras ser arrastrado por la riada -

Lo vivido por Cristian en la tarde de este pasado miércoles fue un ejercicio de supervivencia. Puede que con el tiempo acabe convertida en la anécdota vital que se recuerda en un encuentro familiar o entre amigos, pero apenas 48 horas después de lo sucedido aún le cuesta digerir una experiencia en la que temió por su propia vida durante unos 45 minutos que se le hicieron eternos: su coche fue arrastrado y engullido por la riada que se formó en la carretera del Calvario como consecuencia de la tromba de agua con la que la borrasca Konrad dejaba su tarjeta de visita en la ciudad. Todavía, cuando lo recuerda, hay un primer pensamiento terrible: "¿Qué habría pasado si en vez de ir solo hubiesen venido conmigo mis dos hijos en el coche?". Para entender por qué es eso lo primero que se le viene a la cabeza basta con recomponer su relato de los hechos.

Cristian Carreño tiene 43 años y es padre de un adolescente de 16 años y de una preadolescente de 13. Este miércoles por la tarde, eran pasadas las seis y seguía lloviendo con fuerza, tenía que recoger a su pareja en la casa del campo para hacer unos recados. Ella le pidió que tuviera cuidado porque no sabía el estado en el que se iba a encontrar la carretera a causa de la lluvia. "Al coger el desvío con el coche vi que había agua, pero no supe calcular la profundidad", relata.

A la altura del kilómetro 1 pudo comprobar que a medida que iba avanzando el nivel del agua estaba más alto de lo que aparentaba, "hasta que el coche se paró y no hubo forma de controlarlo. Me quedé a merced del agua. Me llevó la corriente un poco y lo peor es que no podía abrir las puertas para salir por la presión del agua".

Durante todo ese trayecto estuvo en contacto por teléfono con su pareja: "Me dijo que rompiera los cristales. Lo intenté con los puños, con los codos y no había manera", recuerda. Fue entonces cuando empezó a entrar el agua en el coche, se mojó el móvil y perdió el contacto con ella -a la angustia de Cristian por encontrar una vía de escape se sumaba la de Brigi, desde casa, sin forma de retomar el contacto. "Fue el momento en que me puse más nervioso, me bloqueé, no sabía qué hacer, y en un nuevo intento por abrir alguna de las puertas, cedió la del copiloto y me lancé al río y me puse a nadar para salir del coche". La corriente comenzó a arrastrarle hacia uno de los lados. A unos veinte metros hacia adelante vio un montículo y siguió braceando hasta alcanzarlo y subirse para ponerse a salvo. 

Mientras tanto, Brigi hizo lo más sensato: ponerse a llamar a los servicios de emergencia para que acudieran en auxilio de Cristian. "Ella lo pasó fatal", confiesa su pareja, que en la mañana de este viernes ha acudido con una grúa para rescatar el Renault Megane de entre el barro y el agua aún acumulada a un lado de la carretera.

Fueron los momentos de más angustia, ya que se encontraba empapado, tiritaba de frío, el caudal del agua seguía creciendo y no aparecía nadie en su ayuda, aunque estaba convencido de que su pareja ya se habría encargado de avisar a la Policía y los bomberos. "Empecé a llorar de impotencia, ya que el agua seguía creciendo y mi miedo era pensar que si subía me alcanzaría".

Fue entonces cuando apareció un todoterreno de la Guardia Civil con dos agentes. "Me preguntaron si estaba bien y si había más gente en el coche, ya que acababan de pasar al lado del vehículo. Me dijeron que en seguida vendrían los bomberos a ayudarme, pero a los tres minutos llegó mi cuñado con una pick up" -Brigi también había recurrido a él ante la situación crítica en que se encontraba-. Se había cruzado con la Guardia Civil y le dijo a los agentes que iba a intentar entrar con su coche, ya que conocía bien la carretera. Los guardias civiles se montaron con él para ayudarle y se acercaron con la pick up hasta su altura. "Uno de ellos se bajó y me lanzó una cinta con un agarre. Me costó cogerla, pero lo logré y empezaron a tirar de ella mientras yo avanzaba a pie en medio del agua hasta ellos".

Ya en el vehículo quedaba aún ponerse a salvo los cuatro. "Retrocedimos porque el caudal del agua nos estaba poniendo a todos en peligro y entonces llegó un coche de la Policía local, pero ni cortaron la carretera ni nada", apunta. Una vez calmado lo primero que hizo fue llamar a su pareja y decirle que estaba bien. Habían pasado 40 minutos desde la última vez que hablaron. Pese a que la Guardia Civil le aconsejó a su cuñado que lo llevara al hospital por si tenía síntomas de hipotermia prefirió ir a casa de su cuñado a darse una ducha caliente. Poco después le recogieron sus padres y esa noche durmió con sus hijos, ya que el acceso a la casa del campo estaba impracticable.

Dicce que se encuentra perfectamente, ni siquiera tiene un leve resfriado, a excepción de los dolores en los brazos "de los golpes que le di a los cristales, pero estoy bien", concluye aliviado mientras insiste en ese pensamiento: "No quiero pensar lo que habría pasado si iba con los niños. Creo que no hubiera entrado en la carretera...". Aunque también otra cuestión a la que no consigue dar explicación: salvo la patrulla de la Guardia Civil, todo el tiempo que permaneció sobre el montículo no apareció nadie más en su auxilio pese a que se alertó a todas las fuerzas de seguridad y emergencia. Lo importante, en todo caso, es que sigue aquí para contarlo.

 

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