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Cuatro jóvenes emprendedores encuentran un filón en la cera cofradiera

Hace unos meses abrieron un taller pionero en la provincia y hoy les sobra el trabajo

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Cuando Fernando García y Antonio Gallardo, dos jóvenes jerezanos de 29 y 27 años comunicaron a familiares y amistades su decisión de poner en marcha una cerería, muchos de ellos se llevaron las manos a la cabeza, preocupados por la inversión que suponía emprenderse en una aventura empresarial tan arriesgada.

Ahora estos quebraderos de cabeza se han convertido en alegría y satisfacción por el ritmo frenético que se respira en la cerería Virgen de la Merced, cerca de la barriada rural de Cuartillos, donde ellos dos junto con sus parejas, también socias de la cooperativa, trabajan a destajo para hacer frente a los pedidos de las hermandades de Jerez y distintos pueblos de la provincia. “Empezamos hace cuatro meses con seis hermandades y ya vamos por 30 y nos hemos visto obligados a no coger más trabajo porque estamos un poco superados y la Semana Santa ya está aquí”, relata Antonio.

Como muchos jóvenes de Jerez, se dirigieron al Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial (CADE), dependiente de la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía, donde les asesoraron sobre los pasos que tendrían que dar y los animaron a seguir adelante. Ellos siempre lo tuvieron claro, se conocieron en el mundo cofrade y siempre confiaron en que acabarían montando su negocio “en cuanto viéramos la oportunidad” para evitar que las hermandades tuvieran que desplazarse a Sevilla u otras ciudades para comprar la cera.

Además, pese al riesgo que supone montar una empresa en los tiempos que corren sabían que tenían más garantías que cualquier otro negocio por la especialidad de su actividad: serían los primeros en la provincia en poner en marcha una cooperativa dedicada a la fabricación artesanal de artículos de cera para proveer a hermandades, cofradías y parroquias y conventos, tenían proveedor, el Rancho de la Miel, propiedad de uno de sus familiares, del que extraen la cera virgen de abeja con la que realizan un trabajo verdaderamente artesanal para el que se han formado.

La cera es su producto estrella y elaboran todo tipo de productos adaptados a pasos, altares o cualquier necesidad que puedan plantear las hermandades y cofradías. Sólo al día producen 200 cirios de metro y medio con mechas cien por cien algodón que permiten una combustión totalmente limpia, sin producir humo nocivo tan perjudicial para la conservación del patrimonio histórico.

Además, elaboran manualmente la cera rizada, un minucioso trabajo que corre a cargo de ellas para los pasos de palio. Su inversión entre las máquinas y el local ha sido “muy costosa” pero ha merecido la pena y si todo sigue así ya están pensando en contratar a más personal de cara a los pedidos que puedan ir llegando de cara a la Semana Santa de 2013.

Con esta iniciativa, los jóvenes socios de esta cooperativa ponen también de manifiesto que la actividad que generan las hermandades y cofradías puede facilitar la consolidación de todo un tejido industrial hasta hace no demasiado tiempo prácticamente inexistente ya que lo habitual era que este tipo de trabajos se encargaran a Sevilla, una ciudad que hace ya muchas décadas supo rentabilizar económicamente este fenómeno. n

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