¿Qué es un prebiótico?
En naturopatía aprendemos a cómo utilizarlo y para qué tipo de usos puede servir
¿Qué es un prebiótico?
Lo primero que haremos será diseccionar la palabra para obtener una explicación inicial que nos despejará las primeras dudas. Cuando hablamos de “antibiótico”, nos referimos a algo relativo a la capacidad para destruir o interferir el desarrollo de un organismo vivo. O lo que es lo mismo, “quitar vida”. Si por el contrario hablásemos de “probióticos”, nos referiremos a “dar vida”. ¿Qué es la flora intestinal? En estos últimos años, seguro que estamos más que acostumbrados a oír hablar de “eso de la flora”. La flora intestinal es un conjunto de microorganismos que se alojan en nuestro intestino grueso, y que transforman los alimentos no asimilados por el organismo en lo que todos conocemos como “heces”. Existen dos tipos de microorganismos, la flora putrefactiva y la flora fermentativa. Es de saber que cada individuo tendrá una cantidad de organismos putrefactivos y fermentativos diferente y muy particular. Lo normal es que exista un equilibrio entre las dos floras, pero una infección o una dieta anormal pueden alterar esta estabilidad y la balanza se puede inclinar más hacia un lado que hacia otro.
Esta flora intestinal llena de microorganismos saludables en su mayoría suele perderse y regenerarse continuamente. Cada vez que experimentamos el proceso de defecación, se eliminan diariamente de 50 a 100 gramos de flora, pero como he dicho, se vuelve a regenerar. Los antibióticos por ejemplo, afectan, reduciendo el número de un amplio grupo de microorganismos, sobre todo si tienen una baja especificidad. Pero al cabo de unos días, volverá a su estado normal.
HOY HABLAMOS DE...
Prebióticos y flora intestinal
La flora fermentativa se alimenta de los residuos glucídicos que no son absorbidos en nuestro intestino, con lo que se generan otras sustancias de fermentación, tales como el ácido acético, alcohol, agua, ácido láctico y CO2. El almidón no digerible, la fibra inerte y la fibra fermentable son los principales alimentos de estos microorganismos. Estas heces creadas por fermentación son más abundantes que las provenientes de putrefacción, además de tener un ph menor, y color más claro. Estas permiten un ritmo de defecación más regular. La flora putrefactiva de nuestro intestino grueso se alimenta de proteínas mal digeridas o no asimiladas. Estas proteínas se degradan por la flora y se forman aminas tóxicas: hidrógeno, ácido sulfhídrico, metano, aminas con actividad biológica (histamina, tiramina). Una parte de las aminas tóxicas pasa al torrente sanguíneo a través de la absorción de las paredes intestinales. Luego pasan al hígado donde son filtradas e impidiendo el riesgo de intoxicación. Nombres de aminas representativas de su condición son la cadaverina y la putrescina.
Desde la montaña
En estos tiempos de convulsión económica, caos, conspiraciones, verdades y mentiras, pobreza, desilusión, miedo, tristeza, sufrimiento, calamidad, desesperación. No perdamos jamás la paz interior, recordad que después de un día gris siempre viene un día con sol, y que aunque el día esté gris, el Sol nunca desaparece de nuestras cabezas. La tierra, la sociedad, todos somos un gran ser universal, y también él experimenta cambios. Esa palabra que tanto suena últimamente, “crisis”, vamos a interpretarla como la entienden otras culturas, “cambio”. Todo este cambio que nos afecta a todos en mayor o menor medida será positivo a largo plazo. Deseo lo mejor para cada ser vivo de este planeta, y os doy mi amor, mi paz y mi esperanza. Paz para todos.
APRENDER A COMER BIEN
Se nota mejoría
Un probiótico es un regenerador de la flora intestinal gracias a su composición llena de microorganismos vivos, pero encerrados en un comprimido, cápsula, o en polvos solubles. ¿Qué caracteriza a un buen probiótico? Su cantidad en microorganismos y la variedad de cepas que contenga. ¿En qué forma es mejor usar un probiótico? En comprimidos, pero sobre todo, que sean gastroresistentes, es decir, que vengan gastroprotegidos. Los probióticos no son resistentes a los ph ácidos, en este caso los del estómago. Tanto es así, que se calcula que más del 50% de los mismos son destruidos durante el proceso digestivo, sólo el resto es absorbido en el intestino. Ningún probiótico encapsulado puede considerarse actualmente como “gastroprotegido”. A pesar de la regeneración natural que experimenta el organismo en su flora intestinal, dietas incorrectas, malos hábitos o desequlibrios concretos, y otras disfunciones, encuentran un gran aliado en estos pequeños ayudantes de cocina.
Lo primero que haremos será diseccionar la palabra para obtener una explicación inicial que nos despejará las primeras dudas. Cuando hablamos de “antibiótico”, nos referimos a algo relativo a la capacidad para destruir o interferir el desarrollo de un organismo vivo. O lo que es lo mismo, “quitar vida”. Si por el contrario hablásemos de “probióticos”, nos referiremos a “dar vida”. ¿Qué es la flora intestinal? En estos últimos años, seguro que estamos más que acostumbrados a oír hablar de “eso de la flora”. La flora intestinal es un conjunto de microorganismos que se alojan en nuestro intestino grueso, y que transforman los alimentos no asimilados por el organismo en lo que todos conocemos como “heces”. Existen dos tipos de microorganismos, la flora putrefactiva y la flora fermentativa. Es de saber que cada individuo tendrá una cantidad de organismos putrefactivos y fermentativos diferente y muy particular. Lo normal es que exista un equilibrio entre las dos floras, pero una infección o una dieta anormal pueden alterar esta estabilidad y la balanza se puede inclinar más hacia un lado que hacia otro.
Esta flora intestinal llena de microorganismos saludables en su mayoría suele perderse y regenerarse continuamente. Cada vez que experimentamos el proceso de defecación, se eliminan diariamente de 50 a 100 gramos de flora, pero como he dicho, se vuelve a regenerar. Los antibióticos por ejemplo, afectan, reduciendo el número de un amplio grupo de microorganismos, sobre todo si tienen una baja especificidad. Pero al cabo de unos días, volverá a su estado normal.
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Prebióticos y flora intestinal
La flora fermentativa se alimenta de los residuos glucídicos que no son absorbidos en nuestro intestino, con lo que se generan otras sustancias de fermentación, tales como el ácido acético, alcohol, agua, ácido láctico y CO2. El almidón no digerible, la fibra inerte y la fibra fermentable son los principales alimentos de estos microorganismos. Estas heces creadas por fermentación son más abundantes que las provenientes de putrefacción, además de tener un ph menor, y color más claro. Estas permiten un ritmo de defecación más regular. La flora putrefactiva de nuestro intestino grueso se alimenta de proteínas mal digeridas o no asimiladas. Estas proteínas se degradan por la flora y se forman aminas tóxicas: hidrógeno, ácido sulfhídrico, metano, aminas con actividad biológica (histamina, tiramina). Una parte de las aminas tóxicas pasa al torrente sanguíneo a través de la absorción de las paredes intestinales. Luego pasan al hígado donde son filtradas e impidiendo el riesgo de intoxicación. Nombres de aminas representativas de su condición son la cadaverina y la putrescina.
Desde la montaña
En estos tiempos de convulsión económica, caos, conspiraciones, verdades y mentiras, pobreza, desilusión, miedo, tristeza, sufrimiento, calamidad, desesperación. No perdamos jamás la paz interior, recordad que después de un día gris siempre viene un día con sol, y que aunque el día esté gris, el Sol nunca desaparece de nuestras cabezas. La tierra, la sociedad, todos somos un gran ser universal, y también él experimenta cambios. Esa palabra que tanto suena últimamente, “crisis”, vamos a interpretarla como la entienden otras culturas, “cambio”. Todo este cambio que nos afecta a todos en mayor o menor medida será positivo a largo plazo. Deseo lo mejor para cada ser vivo de este planeta, y os doy mi amor, mi paz y mi esperanza. Paz para todos.
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Se nota mejoría
Un probiótico es un regenerador de la flora intestinal gracias a su composición llena de microorganismos vivos, pero encerrados en un comprimido, cápsula, o en polvos solubles. ¿Qué caracteriza a un buen probiótico? Su cantidad en microorganismos y la variedad de cepas que contenga. ¿En qué forma es mejor usar un probiótico? En comprimidos, pero sobre todo, que sean gastroresistentes, es decir, que vengan gastroprotegidos. Los probióticos no son resistentes a los ph ácidos, en este caso los del estómago. Tanto es así, que se calcula que más del 50% de los mismos son destruidos durante el proceso digestivo, sólo el resto es absorbido en el intestino. Ningún probiótico encapsulado puede considerarse actualmente como “gastroprotegido”. A pesar de la regeneración natural que experimenta el organismo en su flora intestinal, dietas incorrectas, malos hábitos o desequlibrios concretos, y otras disfunciones, encuentran un gran aliado en estos pequeños ayudantes de cocina.
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