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Aquel glorioso 14 de abril

El 14 de abril está señalado con letras de oro en el corazón de los republicanos, porque hace 78 años, el pueblo español, el mosaico de tierras, culturas y nacionalidades que conforman este Estado (Federal, por supuesto) despertó al fin...

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El 14 de abril está señalado con letras de oro en el corazón de los republicanos, porque hace 78 años, el pueblo español, el mosaico de tierras, culturas y nacionalidades que conforman este Estado (Federal, por supuesto) despertó al fin de un largo y terrible dominio borbónico proclamando la República, por segunda vez en la Historia, sin derramar ni una gota de sangre, sin violencia de ninguna índole, pues sólo opusieron fuerza, verbal o física, quienes se resistieron inútilmente a perder sus obscenos privilegios de antaño, amparados por una corona impopular y clasista. Las clases elitistas practicaron un hostigamiento continuo contra la legalidad democrática, a la que desprestigiaron mediante un acoso y derribo infinito desde su mismo advenimiento aquel glorioso año de 1931.
España cambió completamente su fisonomía, pasando de ser una tierra poblada de súbditos analfabetos, de parados crónicos sin espíritu de lucha y sin conciencia, con un centralismo agobiante para los demás pueblos y lenguas nacionales del Estado con un sentido nítido de identidad –usurpada por un modelo que los borbones pusieron en liza desde principios del siglo XVIII con los Decretos de Nueva Planta–, a ser un territorio de cultura, con las famosas Misiones Pedagógicas que iban por los campos y las pequeñas ciudades, la reestructuración de la enseñanza, primando la educación reglada hasta niveles desconocidos anteriormente, separando la Iglesia del Estado, secularizando la muy católica vida de los españoles –tan poquita cosa de ahí para atrás en el tiempo por causa y efecto de los dogmas– y perdiendo las ricas prebendas los terratenientes que dominaron de facto la política española desde la Restauración hasta Primo de Rivera.

Ahora, nuestro anhelo de hombres libres está puesto en el futuro, que ya es hoy, para decir alto y claro que estamos hartos de tonterías y de cabezas coronadas, que la monarquía es la negación de la democracia y que, por tanto, queremos la Tercera República, popular y federativa, en una emocionante alborada de libertad, igualdad y fraternidad.

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