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A por los cinco millones

Los datos de la Encuesta de Población Activa arrojan un dato escalofriante: el paro supera los cuatro millones en los tres primeros meses de 2009...

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Los datos de la Encuesta de Población Activa arrojan un dato escalofriante: el paro supera los cuatro millones en los tres primeros meses de 2009. Esta cifra es estremecedora pero es sólo un anticipo de lo que serán las cifras totales de desempleo a finales de este año superarán los cinco millones de españoles sin empleo. Nunca en la historia económica de Europa, ni siquiera en los años de la Gran Depresión, un país había anotado un volumen de desempleo de estas dimensiones. España se ha convertido en una fábrica de destrucción de puestos de trabajo y seguirá siéndolo a lo largo de lo que resta de legislatura. En este contexto, la declaración de la Sra. Salgado, según la cual, los datos de paro comenzarán a mejorar en abril es una broma bastante pesada.

La pésima evolución del desempleo no obedece sólo a la dureza de la crisis. Sin duda, ésta es un factor determinante de la misma pero otros países tanto o más castigados por ella no están destruyendo empleo de forma tan masiva. En EEUU, epicentro del maremoto que sacude a la economía mundial, la tasa de paro está en el 8,1% y en el Reino Unido en el 6,5%. En la Eurozona, el paro afecta al 8,5 % de la población activa y en España al 17,3%. Todas esas áreas económicas están soportando una recesión similar o, en el caso norteamericano, más intensa que la española. ¿Por qué sucede esto?.

La razón es evidente. El mercado de trabajo español es demasiado rígido. Los costes de contratación y de despido son los más altos del mundo desarrollado y la estructura de la negociación colectiva hace que los salarios se establezcan sin relación alguna con la productividad de los trabajadores y con la situación de las empresas. En España, los salarios sólo parecen tener un recorrido alcista con independencia de la coyuntura económica del país. En plena fase recesiva, no sólo no caen sino que suben en términos reales. La consecuencia es una masiva caída del empleo y una brutal alza del paro. Mientras esta situación no cambie no hay esperanza.

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