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Intermón celebró el Día de la Esperanza

La fiesta solidaria se centró este año en el papel de las mujeres en los campos de refugiados en Chad. Muchas de ellas son las encargadas de sacar adelante a sus numerosas familias. Intermón les gestiona el suministro de agua potable y el saneamiento en estos campos de refugiados.

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  • El mercado solidario fue visitado por personas de todas las edades. -
  • Los voluntarios, con camisetas verdes, tomaron desde pronto la plaza de San Antonio.
  • Mientras los niños se entretenían con juegos, los padres atendían a las explicaciones.
En el día de la Esperanza, este sentimiento rebosó por toda la plaza de San Antonio. Intermón Oxfam preparó para ese día una gran fiesta. Una que no tiene nada que ver con las demás. Una fiesta solidaria, donde las asistentes clamaron por los derechos humanos.

Este año el mensaje de Intermón Oxfam iba destinado a abordar la situación de extrema vulnerabilidad de las mujeres que se encuentran en campos de refugiados. Son las encargadas de sacar a sus familias adelante en unas circunstancias infrahumanas, sin nadie que les dé un mínimo de seguridad, garantías y protección.

Los equipos de Intermón Oxfam gestionan el suministro de agua potable y el saneamiento en los campos de refugiados de Djabal y Goz Amer, en Chad. Atienden a 35.000 refugiados (más del 85 por ciento de ellos son mujeres) y trabajan por su derecho a la asistencia y a la protección.

Durante la jornada de ayer, los equipos de voluntarios de esta entidad se afanaban por hacer llegar a los gaditanos esta triste realidad. El objetivo que se perseguía era concienciar y sensibilizar a la ciudadanía: “Porque si hemos sido los responsables de llegar a este punto, sólo nosotros podemos cambiar el rumbo”, argumentó Armando Lara, responsable de movilización social de Intermón Oxfam en Cádiz.

la realidad
Desde por la mañana los alrededores de la plaza de San Antonio fueron tomados por voluntarios que portaban camisetas verdes, color esperanza. Todos iban a una cariñosa caza y captura de los transeúntes, para pedirles colaboración y unos minutos de su tiempo para explicarles el por qué de fiesta solidaria.

Los voluntarios recogieron firmas, distrajeron a los niños con juegos relacionados con los campos de refugiados, mientras sus padres se introducían en cosas de mayores.

La idea es que esas “cosas de mayores” no tengan que llegar en un futuro a los niños de hoy. Eso será símbolo de que todas las personas disponen de un hogar donde vivir, de agua potable, de una seguridad alimentaria, de plenas garantías de saneamiento, de seguridad y protección, y de posibilidades para salir de la pobreza y luchar contra la exclusión social. Ése es su fin.

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