No sé exactamente qué significa eso de justicia climática que demanda una página web –la verdad es que no estoy al tanto de este tipo de asuntos sino más bien de los de barrer por casa– que me he encontrado mientras le daba a la tecla buscando datos sobre otra cuestión. Creo que debe ser algo así como pedirle al planeta que se enrolle un poco y deje de enviar tifones o torbellinos a los países más desfavorecidos de la Tierra. O quizá se pueda tratar de pedir a los jueces que sancionen a los gobiernos de aquellos pueblos en los que los tsunamis o los tornados son más frecuentes y dejan a los habitantes sin hogar, comida, medicamentos o cualquier otro elemento de primera necesidad. Y no bromeo. Juro que no sé de qué va la película de la justicia climática. He oído algo pero no estoy muy informado. Que quede claro. Leo ahora con más atención que el cambio climático está ocurriendo y afecta a millones de personas en los países más desheredados (nada nuevo, por cierto). Y que los líderes del mundo se reunirán para decidir la agenda de lucha para que cambien las cosas. Hasta ahí todo más o menos bien. Esta página web pide firmas para poder denunciar que los países más ricos miramos hacia otro lado y que cuando a los pobres se les viene la más grande, los de este otro lado del mundo no hacemos nada. Y que por culpa de estos países ricos, industrializados y contaminadores natos de nuestro medio ambiente, los más débiles sufren las consecuencias globales. Hasta ahí, también está todo bien.
Más abajo sigo leyendo y esta página web me ofrece datos concretos sobre la pobreza en el mundo y los efectos que el cambio climático está produciendo en determinadas regiones. Por ejemplo, que aproximadamente cada año mueren en el mundo 50.000 personas a causa del cambio climático. Que un tercio de los habitantes de África ya viven en zonas amplias susceptibles a la sequía y que 220 millones de personas más se exponen a padecer calamidades. También nos habla de que si la temperatura global sube entre 4° y 5° C la vida humana en Europa del sur, norte de África, Oriente Medio y otras regiones subtropicales se verá seriamente afectada a causa del excesivo calor de la sequía. Y todo esto por culpa mía. Dice la web que África está como está y que como esto no lo arreglemos nosotros antes de que en Copenhague se reúnan los líderes mundiales en diciembre de este año, la cosa pinta chunga.
Claro, al leer esto me dan ganas de darme dos hostias por haber contribuido a que otros lo pasen mal con el cambio climático. Me indican también que tenemos una última oportunidad para que con nuestra firma detengamos la catástrofe que ya están soportando algunos. Que no perdamos tiempo porque para diciembre de este año, si todos firmamos, las cosas cambiarán y arreglaremos el mundo. Que me acople a la campaña para que España y la UE impulsen un buen proyecto y lleguen a un acuerdo justo y efectivo para los países que sufren los ciclones, los monzones, los terremotos, la sequía, los tsunamis. Que con mi firma, obtendremos los resultados esperados: justicia climática.
Y todo esto con mi firma. Y la de usted, claro. Con esta firma nos comprometemos a luchar “por un acuerdo justo y efectivo de Copenhague y de presionar al Gobierno español para que actúe”. Que con nuestra firma también “nos comprometemos a que los países más ricos paguen su deuda de carbono y a difundir este compromiso entre nuestra comunidad”. El asunto me toca cuando leo: “Haz un donativo”. ¡Ja! Ahí te quería yo ver, Manolete. “Con 5 euros pueden comprar un pluviómetro en Guatemala, utilizado en las alarmas de inundación. Con 10 euros pueden proporcionar alimento durante dos semanas a una familia de niños huérfanos a causa del Sida en Sudáfrica (no sé qué tiene que ver el sida con el cambio climático). Con 20 euros pueden pagar una hora de formación en Gaza para que una mujer pueda empezar su propio negocio (no sé qué tiene que ver un negocio con en cambio climático). Así hasta alcanzar los 250 euracos. Ya me parecía a mí. Ahora me pregunto: ¿dono una pasta o firmo sin más? ¿Y si el cambio climático no cambia por mi culpa, por no haber donado unos euros? ¿Qué haría usted? ¡Exacto! Eso mismo haría yo.