Como las golondrinas, fiel a su cita, ¡ya está aquí la declaración de la Renta del 2015! Hacienda somos todos, lo que significa que todos somos servidores (súbditos) del Estado. Sin embargo, este año especialmente, con los “papeles de Panamá”, los puyoles, los Conde, los Bárcenas, el yerno, el LimpiaManos, los ERES, los cursos de formación, etc., los ánimos de los ciudadanos no están “pa farolillos”. La solidaridad no puede ser producto de la coacción, sino de la persuasión, por lo que los impuestos deberían de reducirse a su mínima expresión para sostener los bienes públicos estrictos. O dicho de otra forma, menos socialdemocracia y más liberalismo. Vivimos el absurdo de producir para pagar impuestos.
Hace unos días leía, sin dar crédito, un estudio del economista y profesor Juan Ramón Rallo, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, sobre la estadística anual publicada por la OCDE. Concluía que los trabajadores españoles pagan más impuestos directos que los daneses. ¿Cómo es esto posible si Dinamarca es el faro europeo de las políticas públicas? Pues así es, amigos. Y eso que España ha recortado el IRPF para 2015 más que ningún otro estado de la UE. Antes los habían subido más que ninguno otro en la UE. El trabajador español medio soporta impuestos directos más elevados que el danés. Una cuña fiscal del 39,6% frente al 36,5%. Es decir, que en España un 39,6 % de nuestra retribución laboral nos es arrebatada por el Estado en concepto de cotizaciones sociales e IRPF, lo que supone una media de 13.200 €. Y si a eso le sumamos los impuestos autonómicos, municipales e indirectos por bienes y servicios (IVA…), en España, una familia de clase media, paga el escalofriante porcentaje del 68%.
¿Y quién son los más perjudicados? Los de siempre: las clases medias compuestas principalmente de pequeños y medianos empresarios, autónomos, funcionarios y profesionales que viven del fruto de su esforzado trabajo, ahorran, consumen, y no los ricos ni los chorizos. Todo lo que inhiba su actividad es lesivo para el interés general y debe ser evitado. La pobreza de las clases medias es un hecho constatable. A la falta de empleo y restricciones salariares, se le une un aumento del coste de la luz, del gas, del agua… Disminuyen los ingresos y aumentan los gastos, cuya consecuencia es inmediata: cada día somos más pobres. Esa clase media que ha levantado este país durante muchos años, con su trabajo y esfuerzo, se empobrece y desaparece.