Eso de ir por ahí poniendo etiquetas a los demás está muy feo. Más feo está aún cuando esas etiquetas sirven para menospreciar, denigrar o marginar a alguien. Todavía más feo está añadir literatura y hechos que están de sobra para colocar el sambenito. Pero si hay algo que está feo es la injusticia e hipocresía de los que van por ahí expidiendo carnés de demócratas como si en ellos residiera la quintaesencia de la democracia y además nos tuvieran que decir a quiénes podemos votar y a quiénes no, quiénes son demócratas de primera y quiénes de segunda, y también quiénes no son demócratas según ellos y por tanto conviene apartar y extirpar de la vida pública.Los nuevos inquisidores de nuestro tiempo. Todo esto viene a cuenta de que ya estoy un poco cansado de que me tomen el pelo desde ciertos sectores políticos y medios de comunicación, cuando no dudan en utilizar el apelativo de “extrema derecha” con algunos movimientos políticos nacionales o extranjeros en cuanto que estos cumplen dos o tres premisas. Desde el momento en que una formación política es calificada de “extrema derecha” es como si su derecho a la participación en la vida públicaquedara automáticamente restringido y puesto en cuarentena. Esa calificación, esa etiqueta, la de extrema derecha; conlleva obviamente un tono peyorativo ciertamente nefasto para quien lo recibe.
Inmediatamente lo clasifican en el racismo, la xenofobia, la violencia y la brutalidad. Por ejemplo, hay auténticas campañas de descrédito sobre formaciones como la de Marine Le Pen en Francia y su Frente Nacional, que nos han sido presentados como el coco que se come a los niños crudos. Quien se haya tomado la molestia de informarse sabría que su programa económico podría firmarlo Podemos, es decir, nada de derechista. Pero en esta Europa nuestra y más concretamente en España, hay cosas que no pueden decirse so pena de incurrir en el gravísimo delito de ir contra las normas establecidas, y entonces, si usted se sale de lo convencional, estacazo.En Madrid, esta semana, un grupo de mil personas que se manifestaban en favor del “disparate xenófobo” de primar a los españoles a la hora de repartir las ayudas sociales, fueron calificados igualmente de extrema derecha, sin piedad. Pero todo esto, no conduce sino a la reflexión de por qué este sistema tan libre y democrático que tenemoses tan rápido sin embargo en poner palos en las ruedas de aquellos que lo cuestionan.