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Felipe y María Teresa para Madrid

Los análisis y las reflexiones públicas de los dirigentes socialistas sobre los resultados electorales del 7-J están siendo excesivamente poco autocríticos, por mucho que sean ciertas buena parte de las razones que aducen para la derrota...

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Los análisis y las reflexiones públicas de los dirigentes socialistas sobre los resultados electorales del 7-J están siendo excesivamente poco autocríticos, por mucho que sean ciertas buena parte de las razones que aducen para la derrota. Menos mal que al menos en el seno de la organización madrileña del partido ha surgido una conciencia crítica que exige una reflexión seria y exigente y una drástica rectificación del rumbo, si se quiere al menos soñar con un triunfo en las municipales y autonómicas de 2011. Tendrán que pensar lo primero en la elección de los candidatos idóneos a la comunidad y a la Alcaldía, después de que las experiencias de los últimos quince años hayan sido lamentables. En la dirección nacional del PSOE dan ahora la impresión de que comienzan a ser conscientes de un problema que era evidente desde 1995 para la comunidad y desde mucho antes para el Ayuntamiento. En ese partido parece que les ha costado darse cuenta de lo que estaba clarísimo hasta para los niños de 6 años. Recuerden los candidatos de 2007.

A quién se le ocurre inventar a Miguel Sebastián y a Rafael Simancas para luchar contra Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre, que son los dos pesos más pesados del PP. Para la Alcaldía haría falta un candidato del nivel de Felipe González y para la comunidad alguien del peso de María Teresa Fernández de la Vega, por poner unos ejemplos. Pero claro, recurrir a Felipe y que además éste acepte debe de ser una empresa titánica. Me gustaría saber qué clase de voluntad y de estrategia política son las que imperan en el partido de la calle de Ferraz, incapaz de tomar decisiones como las que sugiero. Si no es así, y además de una variación total del rumbo y de la estrategia, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid no saldrán nunca de las férreas manos de Gallardón y de Aguirre. Esto es algo que sabe todo el mundo pero que ahí dentro nadie se atreve a proponer, ni siquiera Zapatero. Con que sigan tocando el violón a cuatro manos.

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