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Curioso Empedernido

Diálogo e incomunicación

Cualquier día puede ser bueno para nuestra vida social y para convencernos que casi siempre se gana hablando

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Cualquier día puede ser bueno para nuestra vida social y para convencernos que casi siempre se gana hablando, desde una actitud sincera, leal y honesta, sin incurrir en la impostura del espectáculo televisivo que la mayoría de las veces nos lleva a la incomunicación.

Muchos días cuando suena el despertador nos encontramos fatal, para poco a poco ir recuperando la conciencia de que la idea que los demás se hagan de nosotros está en nuestras manos. Hay momentos para los acuerdos y para los desacuerdos, pero sin dejar de hablar y considerar que el otro puede estar cargado de razones que nos pueden enseñar y ayudar en el descubrimiento de nuevas ideas.

Para no provocar la incomunicación y la soledad, creo que es bueno, saludable y necesario propiciar la discusión, el intercambio de opiniones y experiencias y por supuesto un diálogo con el resto de los mortales que sea reflexivo, crítico y creativo.

Si practicamos el diálogo comprobaremos que entramos en un bucle positivo en el que generamos reflexión y que ésta enriquece el diálogo, a la vez que amplía las posibilidades de una interacción abierta y plena entre cualquiera de nosotros y quienes nos rodea.

Cuando nos comunicamos, lo hacemos  veces de forma consciente y otras utilizamos códigos y símbolos, que traducen al exterior nuestros pensamiento y nuestra forma de sentir: Se evidencia a través de la utilización dinámica del lenguaje  nuestras dudas, comentarios, opiniones y juicios.

Hablamos con quienes tenemos a nuestro lado y se producen una serie de acciones y reacciones y vamos estableciendo relaciones, desde los aspectos más concretos a los más abstractos y viceversa en función del asunto que tratemos.

A veces tenemos el propósito cuando  hablamos con los demás, no solo referirnos al contenido de determinadas materias sobre temas importantes o banales e insustanciales, sino también con la intención de nuestros valores y experiencias individuales.

Y en ese proceso entre el dialogo o encerrarnos en nuestro mundo nos hacemos preguntas, e indagamos, investigamos  y nos  preguntamos sobre lo que aprendemos y cuestionamos lo aparentemente verdadero. Y ponemos de relieve que solo entrenándonos en el diálogo, respetaremos lo que el otro dice.

También escucharemos la opinión de los demás  y tomaremos las ideas de los otros para elaborar o modificar las nuestras y en ese intercambio nos vamos haciendo pensadores constructivos. Con el diálogo, aquellos que siempre han pensado que estaban en posesión de la verdad absoluta, aprenden a clarificar conceptos y definiciones, a ser oportunos en sus intervenciones y a relacionar los distintos conocimientos.

Elaboramos sentidos personales de las cosas y las situaciones y aprendemos a negociarlos. No debemos olvidarnos que si importante es el habla externa e interrelacionarnos verbalmente con los demás, el  diálogo interno, que no es monologo, sino la capacidad de escuchar nuestra voz interior y las del resto que se integran en nuestro propio yo.

De esa forma nos organizamos y reelaboramos mentalmente lo que nos llega y finalmente hay quienes somos más osados y atrevidos y nos lanzamos a dialogar con todos ustedes utilizando la escritura en forma de prosa o poesía, sin ser conscientes en ocasiones que además de intentar comunicarles algo de nuestra forma de pensar, estamos reflejando mucho de lo que ustedes nos aportan diariamente en esa convivencia ciudadana que es un permanente viaje de ida y vuelta.                         

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