86.000 amas de casa sin experiencia buscan su primer empleo

Publicado: 05/07/2009
El marido en paro, las cargas económicas, los hijos ya criados... empujan a más de 86.000 mujeres amas de casa sin experiencia a buscar empleo en el INEM.
El marido en paro, las cargas económicas, los hijos ya criados... empujan a más de 86.000 mujeres amas de casa sin experiencia a buscar empleo en el INEM.

Un colectivo creciente el de las amas de casa de más de 44 años, de difícil inserción y con posibilidades de ocupación en el cuidado de personas dependientes.

El paro, que en junio se redujo en 55.250 personas, continuó subiendo en el colectivo sin empleo anterior y, dentro de éste, entre los mayores de 44 años superó las cien mil personas (en concreto 100.002). De ellos, 86.125 son mujeres que nunca trabajaron, o lo dejaron hace años, lanzadas al mercado laboral por las dificultades en sus hogares.

Representan casi la mitad de las mujeres que demandan primer empleo (178.574), y son también el grupo mayor (34,7%) entre todos los parados sin experiencia (248.069) inscritos en el INEM.

En su mayoría, son amas de casa con pocos estudios, destinadas a empleos de baja cualificación, muchas veces en la economía sumergida, y con responsabilidades familiares que dificultan la movilidad geográfica, lo que limita su contratación a ojos de los empresarios.

Pero con algo “muy bueno”, declara a Efe Begoña Guindel, directora de zona de la empresa de trabajo temporal Randstad: “Son gente muy seria, con un absentismo cero, dispuestas a trabajar a jornada parcial, y se adaptan a todo. A veces nos piden ese perfil, y, en muchos casos, terminan con un contrato indefinido”.

En el primer trimestre de 2009, estas entidades realizaron 81.802 contratos a mujeres, de ellos 10.808 (13,2%) a mayores de 45 años, y un 60% de ellos a tiempo completo, según datos facilitados a Efe por la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (Agett).

La crisis, destaca el servicio de estudios de Agett, ha provocado un aumento del paro, pero también el crecimiento de este grupo de población activa, en lo que denominan el “efecto del trabajador añadido”, originado por el desempleo o la incertidumbre en otros miembros de la familia.

Sólo Andalucía, con 34.709 paradas, concentra el 40% de estas amas de casa registradas en el INEM. A mucha distancia están Galicia (6.886), Canarias (6.883), Extremadura (6.318), Comunidad Valenciana (6.096), Castilla y León (4.945), Cataluña (4.507), Madrid (3.901), Castilla-La Mancha (3.562), País Vasco (1.892) Murcia (1.623), Asturias (1.526), Aragón (873), Cantabria (696), Melilla (454), Ceuta (410), Baleares (387), Navarra (335) y La Rioja (122).

DIFICULTADES Y DESÁNIMO

El panorama es sombrío, pero ¿se puede encontrar empleo después de los 45? “Sí. Con empeño, sí”, responde Beatriz Peláez, orientadora laboral en la asociación Arrabal de Málaga, una de las entidades integrada en Red Araña, con un programa, Emplea 45, para la inserción de este colectivo.

Pero la edad y la falta de formación lo hacen difícil. Y cunde el desánimo, coinciden Setefilla Toro, de 56 años, Violeta Berni, de 45, y Rosa, de 50, que han encontrado ocupación gracias a estas entidades sociales.
Para la directiva de Randstad “es complicado poderlas colocar, y en el cien por cien de los casos son empleos de baja cualificación”: limpieza, peón, mozo, camareras, almacén o archivo muy básico.

La clave, opina Beatriz Peláez, está en aprovechar su experiencia en tareas a las que se han dedicado, como cuidar a otras personas, y formarse. “Tienen que reciclarse”, explica. Su formación es obsoleta, no conocen las nuevas tecnologías, adquirir nuevas competencias y habilidades les supone un esfuerzo psicológico, y deben vencer la reticencia a hacer cursos que no les reportan ingresos.

Lo hizo Setefilla Toro, sevillana, con una discapacidad de espalda, y el 3 de julio empezaba a trabajar en una residencia de personas disminuidas.

A través de un programa de inserción laboral con prácticas en empresas, Setefilla realizó un curso de celador sanitario y, en la misma residencia donde hizo las prácticas, ha sido contratada. Antes, se había formado como auxiliar de geriatría y ocupado de personas mayores.

“En geriatría tenemos una salida –asegura–. Hay gente joven en ello, pero no tienen mucha paciencia, y tampoco quieren cambios de horarios y turnos. A nuestra edad, con los hijos mayores, eso no importa y, por las circunstancias y la experiencia en cuidar a otros, se tiene otra capacidad”.

MUY CONSTANTES

Lo llamativo, según un estudio de Randstad –cuya Fundación cuenta con un Centro de Apoyo e Intermediación Laboral dedicado a mujeres de más de 45 años– es que son “muy constantes” a la hora de buscar trabajo. También, que más de la mitad piensan en mejorar su formación para afrontar la crisis.

Cuando se enfrentan a la búsqueda de empleo sin conseguirlo, indica Beatriz Peláez, pueden sentir falta de autoestima, fracaso, responsabilidad por la situación, incluso depresión, y son escépticas ante la utilidad de la orientación laboral.

A Violeta Berni, de 50 años, la necesidad de buscar trabajo le asaltó con sus tres hijos ya mayores. Pero “no tenía esperanza” –relata–. Lo veía tan difícil, que después de hacerse auxiliar para ayuda a domicilio y a ancianos, ni siquiera envió currículos.

Nunca recibió una oferta del INEM. Y en marzo la llamaron de la asociación Arrabal para ver cuándo estaba disponible. “Ahora mismo”, dijo, y sigue en ello. Los reproches vienen por la sobrecarga de trabajo que soportan. “Mi hija estudia oposiciones, diez horas diarias, y mi marido nunca ha ayudado en casa y nunca va a ayudar. En esto de la igualdad –opina Violeta– nos han engañado”.

Es difícil encontrar empleo en la actual situación, aunque todavía hay oportunidades, indica Begoña Guindel desde Randstad. “Hace dos años una persona de 45 años dejaba un currículum y en tres o cuatro meses tenía trabajo. Ahora eso es impensable”.

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