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El jardín de Bomarzo

La mala educación

De unos años a ahora se está reabriendo un debate de otro calado y es el referente a las notables diferencias que arrojan las estadísticas entre chicos y chicas

  • El jardín de Bomarzo. -

"El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y los mismos derechos, pero presentan diferencias que afectan a toda su persona. El modelo educativo de la enseñanza diferenciada apuesta por una atención especializada en esas características propias de cada sexo". Alfonso Aguiló.

Con el inicio del curso escolar se reabre el debate sobre el modelo educativo, los cambios constantes en los diferentes planes y la hartura de un sector que muchas veces no sabe a qué atenerse y, menos, cuando se trata de orientar a jóvenes que están decidiendo su futuro y lo hacen sacudidos por una catarsis política que contribuye a arrojar índices muy mediocres en informes como el conocido PISA. Pero de unos años a ahora se está reabriendo un debate de otro calado y es el referente a las notables diferencias que arrojan las estadísticas entre chicos y chicas en lo que ya se considera un fenómeno que afecta no solo a España sino a buena parte de los países desarrollados y sobre lo que existen estudios que no dejan lugar a la duda ante dos hechos incuestionables: las mujeres obtienen mejores notas que los hombres en todas las asignaturas y con mejores expedientes y, segundo, las niñas tienen un desarrollo cognitivo y socioemocional más rápido que los niños. La mayoría de estudios sitúan esta diferencia en una media de dos años, hasta la pubertad que marca una brecha a partir de la cual el margen se reduce. ¿Hasta qué punto es adecuada la educación mixta teniendo en cuenta que ambos géneros presentan evidentes diferencias en su ritmo de desarrollo psicosocial?

Datos. Las niñas maduran antes, hecho que se debe sobre todo a las diferencias en el ritmo del desarrollo cerebral, de la distintas estructuras morfológicas del cerebro y de la producción hormonal. El cuerpo calloso que comunica los hemisferios cerebrales es más ancho en las mujeres y eso las facilita en el procesamiento del lenguaje; además, el núcleo del hipotálamo es dos veces y media más grande en los hombres, lo que influye en el ámbito de la regulación de las emociones. El lóbulo cerebral izquierdo de los niños, que es la zona control del pensamiento, se desarrolla más lentamente que el derecho, que controla las relaciones espaciales. Además, las niñas tienen un desarrollo cerebral más homogéneo. Los dos lóbulos maduran a la par y, por ello, pueden utilizar ambos hemisferios para la lectura y la conciencia emocional. Debido a este distinto y asimétrico ritmo de desarrollo cerebral, por lo general los niños son más hábiles para las matemáticas y las niñas más diestras en lenguaje. Ellas perciben con mayor intensidad las sensaciones y no las inhiben y, a la vez, tienen más capacidad de concentración. Del mismo modo, respecto al comportamiento, el cerebro femenino segrega más serotonina, un neurotransmisor que inhibe la agresividad, mientras que el cerebro masculino produce más testosterona, que, entre otras cosas, favorece la agresividad. Siempre, en términos generales, las diferencias en la estructura cerebral hacen que la mujer tenga mucho mejor desarrollado el sentido del cálculo y la medida espacial, al igual que al ser más grande el cuerpo calloso del cerebro y estar más conectados los dos hemisferios en las niñas éstas son capaces de prestar atención a diversas cosas o hacer varias tareas de forma simultánea; el hombre requiere más de ir paso a paso. Estas y otras diferencias  eminentemente morfológicas y neurológicas inciden en el desarrollo psicosocial y ayudan a que el camino hacia la madurez sea más rápido en las niñas. 

Describe Alfonso Aguiló en su libro Educación diferenciada que, en determinadas edades, "los chicos disminuyen su rendimiento porque la comparación constante con las chicas les provoca un comportamiento inhibitorio", y esta es la razón por la que los adolescentes varones "son un colectivo especialmente vulnerable". El informe PISA muestra que las diferencias académicas entre chicas y chicos cada año aumentan y lo hace partiendo de la base de que la enseñanza mixta predomina en el espectro educativo. El 66,8% de las chicas nunca ha repetido, en chicos baja al 56,9. El 80,4% de chicas accede al bachillerato, mientras que en chicos es del 57,6. Se titulan en bachillerato el 57,5 de chicas y el 43,5 de chicos. A los 21 años hay un 37% de chicas en la universidad, de chicos desciende al 26,7. En referencia al abandono educativo, es del 20,8 en chicas y del 28,8 en chicos. De hecho, el fracaso escolar en hombres resulta abrumador comparado con mujeres porque es más del doble. Porcentajes que aumentan año a año y lo hacen tras unas décadas de implantación de la enseñanza mixta y, por tanto, la comunidad comienza a cuestionarse de manera seria el grave perjuicio que el sistema parece propiciar a niños que tienen un ritmo de desarrollo y un procesamiento de emociones e intereses distintos a los de las mujeres, más concienzudas, disciplinadas y ordenadas.

Educar. Los actuales programas educativos prescinden de la existencia de estas diferencias, la educación mixta o coeducación, tomada como principio básico igualitario, las ha anulado en su diseño. Lo que en un principio fue muy necesario para corregir las estructuras sociales de desigualdad y discriminación, hoy necesita un reajuste evolutivo. En España la Escuela Nueva, la Institución Libre de Enseñanza y la Escuela Moderna de Ferrer fueron los primeros ejemplos de coeducación, reflejándose especialmente en el sistema educativo de la Segunda República. Salvo estos casos, el planteamiento de la enseñanza era diferenciador entre niñas y niños, según el rol que el sistema político y las costumbres sociales tenía otorgado a hombre y mujer. Para éstas, su educación sólo se orientaba a lo necesario para ser esposa, madre y ama de casa. Hasta 1970 no se modifica la legislación educativa franquista, con la Ley General de Educación que anuló la prohibición de la escuela mixta. Pero es a partir de nuestra actual democracia cuando se impone vía Ley la obligatoriedad de la enseñanza mixta en colegios públicos y concertados, entendiendo que es en cumplimiento del artículo 14 de nuestra Constitución que prohíbe toda discriminación por razón de sexo. Llegados a este punto, los estudios que demuestran las diferencias de desarrollo psicosocial entre niños y niñas no pueden servir como  justificación para defender un sistema educativo discriminatorio y que fomente la desigualdad, se ha luchado mucho para avanzar en la igualdad de género para que ahora algunos sectores de la sociedad jueguen con ello. Pero no confundamos. Lo que la evolución de la juventud española demuestra es que nos estamos equivocando al  considerar que la igualdad de derechos y oportunidades nos lleva a que tenemos forzosamente que pensar que no hay diferencias entre ambos géneros. Y las hay -por otra parte, por fortuna-. Y por ello lo que habría que diseñar es un sistema educativo que, sobre todo en los ciclos correspondientes hasta la edad de pubertad -distinta en los niños que en las niñas-, ayude a conseguir que tanto unas como otros puedan llegar a adquirir los mismos conocimientos y habilidades y alcanzar la madurez sin las disfunciones psicosociales que parece se están ocasionando en los niños por la superioridad manifiesta de las niñas de la misma edad. Si, por regla general, en la primera edad a los niños les cuesta más que a las niñas el lenguaje, un profesor que pretenda enseñar con el mismo método no ayudará a que los niños consigan leer al mismo ritmo y nivel que las niñas. Y si las materias en las que el desarrollo del cerebro de las niñas implica una mayor dificultad de compresión que el de los niños, por ejemplo las matemáticas e, insisto, siempre en términos generales, un método de enseñanza que no lo tenga en cuenta no permitirá que las niñas alcancen el mismo ritmo de nivel de aprendizaje que los chicos.   La igualdad de oportunidades necesariamente pasa por tener en cuenta las diferencias entre ambos sexos para, así, extraer el máximo potencial al individuo. Por tanto, ¿es más efectiva la educación diferenciada? Un dato final: siete de las diez escuelas públicas británicas con mejores resultados académicos en 2013 eran de educación diferenciada, single-sex -cuatro de chicos y tres de chicas-. En el privado el dato se eleva a nueve de cada diez.

Cambios. Gobierno central y Junta comparten competencias en educación y poco o casi nada pueden aportar los municipios, salvo en labores de mantenimiento de centros públicos. Ahora bien, si tomamos la educación en su sentido más amplio, los Ayuntamientos pueden y deben participar con actuaciones que incidan en la educación medio ambiental, en la cívica, en la de igualdad de género y de forma muy significativa en la promoción deportiva y de juventud, áreas todas ellas vitales en el ciclo formativo. En este sentido, el Ayuntamiento de Jerez, por rematar asunto con hilo educativo-político-local, requiere cambios urgentes en la gestión de la delegación de Educación y Juventud. Son ya muchas las disfunciones técnicas que viene sufriendo esta delegación con problemas en el staff superior que inhalan tufo a intereses personales, estrategias, mentiras muchas, doble juego y conflictos internos que dificultan la ejecución de la gestión necesaria. Que no haya olvido técnico para arreglar a tiempo una cornisa de colegio público, reorientar las políticas de juventud, reforzándolas y poniendo en valor las instalaciones con actividades diversificadas encaminadas a satisfacer las necesidades de la promoción juvenil. Lo que lleva a la necesidad de erradicar la situación con cambios organizativos y con otros responsables exentos de otro tipo de intereses, que podría ser lo que mueve a su actual directora de área, Rocío Montero, que fantasea, entre otras fantasías, con regresar al mundo político tras terminar muy mal en Foro y coquetear con Andalucía por Sí. En realidad su objetivo sería medrar dentro de ese siempre convulso PSOE jerezano, donde busca hueco a través de ciertas amistades enfrentadas a la alcaldesa. La mala educación, en este sentido, resulta doblemente molesta por cuanto tiene de vulgar y la vulgaridad es como el adn: por mucho que la frotes o perfumes, persiste.

 

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