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Varas de medir

Cuando en el juicio de El mercader de Venecia, Porcia, disfrazada de abogado, da la razón a Shylock, e informa y declara que éste tiene derecho a cortar una libra de carne del cuerpo de Antonio...

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Cuando en el juicio de El mercader de Venecia, Porcia, disfrazada de abogado, da la razón a Shylock, e informa y declara que éste tiene derecho a cortar una libra de carne del cuerpo de Antonio, el judío Shylock, comprobando que le dan la razón, compara al abogado con nuevo Daniel, aquél al que en la Biblia se considera el prototipo de la sabiduría.
Pero cuando el mismo abogado señala que el peso debe ser una libra exacta, ni un gramo más, y que no se puede derramar sangre, es el amigo de Antonio, Bassanio, el que considera que el abogado es, en efecto, un nuevo Daniel. Las sentencias nos parecen justas cuando corroboran nuestros pre-juicios o cumplen nuestras expectativas, y nos parecen erróneas, propias de hombres equivocados, cuando son contrarias a nuestros intereses. Si Camps hubiera violado a una niña de cuatro años y, después, la hubiera asesinado, no creo que hubiese provocado la repercusión mediática que ha suscitado el desmesurado asunto de los trajes. Exagerado el Partido Popular en la puesta en escena de una defensa corporativa; excedido el Partido Socialista Obre Español, como si se tratara del gran asunto de España, y desorbitados, nosotros, los periodistas, que hemos ido como burros trotones detrás de la zanahoria. Y sigue, y seguirá, si es que no se impone algo de sentido común. Que el partido gobernante y el principal partido de la oposición hayan dedicado tanto tiempo y tantos esfuerzos, tantas personas y tantas energías en torno al regalo de unos trajes, en un país que se ha instalado en el desastre económico, con tanta resignación como falta de ideas, es un dislate que puede que nos merezcamos. Pero nada ha cambiado. Un pseudo Daniel ya ha anunciado que hay que ir al Supremo, e incluso al Constitucional. Leña al mono, que es de madera, y además, seguro que está en el paro.

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