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Sin Diazepam

Un príncipe, un secretario de justicia, una suegra y un puñado de oro

Es alto, guapo y fuerte. Soy feo, bajo y débil. Y pobre. Pero él está en la cárcel y yo aquí escribiendo sobre sus miserias

Publicado: 29/06/2018 ·
11:43
· Actualizado: 29/06/2018 · 17:56
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  • Esa es la cara que se quedó a mí cuando supe que él quería más y más. -
Autor

Younes Nachett

Younes Nachett es pobre de nacimiento y casi seguro también pobre a la hora de morir. Sin nacionalidad fija y sin firma oficial

Sin Diazepam

Adicto hasta al azafrán, palabrería sin anestesia, supero el 'mono' sin un mísero diazepam, aunque sueño con ansiolíticos

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El ser humano es maravilloso. Hay historias que jamás dejarán de sorprenderme. Esta semana hemos conocido, a través de la prensa, que todo un secretario de Justicia de la Junta de Andalucía ha presentado su dimisión tras haber sido condenado por el Juzgado de lo Penal 5 de Cádiz por un delito continuado de robo con fuerza. Vamos, que sustrajo joyas de la caja fuerte de su suegra y de su propio domicilio valoradas en varios miles de euros.

Si ya tenía la vida resuelta, con esa boda ya era duque para tocarse los cojones con la palma de sus manos. Pues no, a pesar de tener todos los putos boletos ganadores, de tener más suerte que el camello de Maradona, él quería más y más

Llama la atención que fue él quien denunció el robo, aunque la investigación posterior dejó claro que él, además de presunta víctima, era el presunto culpable. Acabó reconociendo los hechos para evitar una pena mayor de la que le ha caído, la cual, todo hay que decirlo, ha sido muy benévola.

Leo su currículum. El sujeto en cuestión “fue nombrado secretario general de Justicia de la Consejería de Justicia el pasado enero, es licenciado en Derecho por la Universidad de Cádiz y doctor en Disciplina Constitucional de la Propiedad Intelectual por la Hispalense, además de poseer un Doctorado Europeo en Análisis Psiquiátrico de la Capacidad Jurídica y de Obrar y ejercer desde 2009 como profesor en el Departamento de Derecho Privado de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla”. Toma ya. Casi un yerno ideal, si no fuera porque en la cena de Navidad la suegra tendrá que optar por poner cubiertos de plástico y comprobar que su collar de níveas perlas no se haya transmutado en un cordel atravesado por garbanzos del Mercadona.

Cierro la persiana y abro los ojos. Trato de ponerme en su lugar. No puedo, y no porque temo más a mi suegra que a la justicia, que también. No puedo porque en mi cabeza no entra la idea de que un tipo tire su vida al retrete por un puñado de oro que no es suyo. Ignoro si sigue casado, ignoro sus motivos, pero chico, o es un puto crack o es un descerebrado. Además, moraleja, tener títulos no te hace mejor persona, ni más listo. Conozco a mucha gente con un currículum de mierda pero con un alma y una inteligencia de diez.

Esta historia me recuerda a la de Iñaki Urdangarin Liebaert. Un tipo al que admiro. Nace en una familia más que acomodada, muy acomodada. Su padre fue presidente de la Caja de Ahorros de Vitoria y Álava. No tuvo que hacer el servicio militar porque padecía una sordera total. Curioso. La genética y la buena alimentación le brindaron un cuerpo atlético. Es alto, guapo y fuerte. Soy feo, bajo y débil. Y pobre. Pero él está en la cárcel y yo aquí escribiendo sobre sus miserias.

Como no tenía que preocuparse por las papas, pudo dedicarse a lanzar balones con las manos. Y el tío lo hacía del carajo. Tanto que jugó en el mejor equipo de Europa y en la selección. Ganó seis copas de Europa,  diez ligas ASOBAL y dos medallas de bronce en los juegos olímpicos, amén de una buena pasta. Para colmo, en un país con un solo rey y dos princesas, el muy suertudo se casa con la menos fea. Piense el lector en las posibilidades que tiene de contraer matrimonio con una princesa real. Quedan pocas y es más fácil, estadísticamente hablando, acabar chamuscado por un rayo un día recolectando níscalos en el campo. Pues el colega se casó con ella y se convirtió en el yerno ideal para muchas suegras. Mi madre entre ellas. ¡Qué percha tiene!, decía al verlo en el Hola. Si ya tenía la vida resuelta, con esa boda ya era duque para tocarse los cojones con la palma de sus manos.

Pues no, a pesar de tener todos los putos boletos ganadores, de tener más suerte que el camello de Maradona, él quería más y más. Mucho más. Pero a no ser que tenga un alma republicana o que su sordera le impediese escuchar a su conciencia, quillo, no entiendo cómo diántres pensó que quizás estaría bien ponerse a robar, aunque los ricos lo llamen malversación de caudales. Os lo juro, ‘Noós’ lo entiendo.

En fin, abro las persianas y cierro los ojos. Quizás el equivocado sea un servidor. Hoy como en casa de mis suegros, no tengo un puto duro y mi currículum ocupa una línea a doble espacio. Estoy preparado para robar,,, pero creo que ya le hurté a mi suegra su mejor joya… su hija. Los pobres ‘semos’ así de honrados.

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