¿Cómo se la maravillan los gaditanos para sobrevivir con los índices de pobreza que ostentan y a la vez parecen ser tan felices? Tiene que ser cosa de Magia Potagia como diría el ilusionista Juan Tamarit. Porque ser felices en Madrid y Barcelona que se encuentran entre las ciudades y provincias más felices del mundo no tienen ningún misterio por la alta renta per cápita y por los buenos servicios (infraestructuras, sanidad y educación), de las que disfrutan.
Lo que resulta menos comprensible son los datos de felicidad que muestran en sus índices los gaditanos. Los últimos datos publicados por el Ministerio del Trabajo nos revelan que la provincia ha alcanzado la cifra de 151.162 de los cuales no llegarán a 30.000 los que cobren el nuevo subsidio porque se les ha acabado la prestación de desempleo. La temporalidad de los trabajadores también alcanza altas tasas de casi el 45 por ciento similar a la andaluza. Cada día un autónomo echa el cierre a su negocio. El noventa por ciento de los jubilados no superan los quinientos euros de pensión. La economía sumergida alcanza el veinte por ciento. Los índices de fracaso y abandono escolar son de los más importantes de España. Rondan el cuarenta por ciento de los estudiantes de ESO. La provincia ostenta el record de tener el mayor porcentaje de caracolas o aulas patera de Andalucía. Los hospitales siguen con dos camas por habitación junto con Andalucía la más elevada de España. Al igual que la comunidad autónoma a la que pertenece el veinte por ciento de su población subsiste con menos 6.000 euros al año. Otro veinte por ciento sobrevive con casi 8.000 euros al año. El treinta por ciento de la provincia de Cádiz sufre pobreza, de los cuales el cinco por ciento vive la pobreza extrema.
Después de todos estos jarros de agua fría que nos arrojan habría que deducir que el gaditano y el andaluz sería el estereotipo de persona deprimida poco dada a las fiestas. Todo lo contrario es un tipo jaranero y que disfruta de una gran cantidad de fiestas de todo tipo: carnavales, ferias, Semana Santa, patronos, playas y sierras. Además que su folclore se encuentra muy vivo y en alza porque el gaditano lo hace vivir a sus visitantes, todo lo contrario que otras provincias con un mayor nivel de vida pero que ven como sus fiestas y costumbres van decayendo e incluso desapareciendo como puede pasar con la sardana catalana o los zorzikos vascos que han tenido que acudir al pop y al rock para tener unos tipos de música como referencia. A pesar de todo el gaditano en las encuestas muestra un alto grado de satisfacción personal. Magia Potagia diría yo.
Hasta pronto gaddiritanos.