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Hablillas

Carne de unicornio

Aparecen estampados en la ropa, en los complementos y como peluches no podían faltar.

Publicado: 31/12/2018 ·
14:12
· Actualizado: 31/12/2018 · 14:12
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Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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No se trata de la del narval, mamífero que vive entre los hielos cuyo largo cuerno de marfil resulta ser un diente. Probablemente lo vimos por primera vez en el álbum Vida y Color, el apaisado que reunimos todos, y luego en algunos documentales, pero cuando realmente lo vimo en grupo, en su habitat y formando parte de una aventura trepidante, fue en la película La Isla del fin del mundo, basada en la novela de Ian Cameron que Disney produjo sin obtener el éxito esperado. Al unicornio que alude el título es la criatura mitológica que según la leyenda se extinguió porque no pudo entrar en el arca de Noé.

            Cierto que existe una especial predilección por el animal. Aparecen estampados en la ropa, en los complementos y como peluches no podían faltar. Su imagen dulce tiene ese halo misterioso que la envuelve, dando pie a historias de ficción y monografías que están en la mente de los lectores incansables. Pero. tenerlo cerca, apreciar el tacto suave de su forma en fieltro, la crin en nilón, tenerlo para siempre sobre un mueble o colgando junto a las llaves es una gozada y no hay juguetería que prescinda de un expositor donde encontrarlos de todos los tamaños  para alegría de la clientela, tanto infantil como adulta, y del coleccionista que empezó siendo comprador ocasional. Y es que enamoran con su mirada ladeada y su sonrisa de tela. No se puede reprimir el hecho de cogerlos un momento para luego devolverlos al stand, o adquirir uno para el hijo de una amiga y salir con dos. Pero a pesar de tantos modelos, a pesar de venderse muy bien, se le ha dado una vuelta de tuerca al concepto aprovechando el empujón navideño. La carne de unicornio es una lata que contiene un peluche desmembrado y por lo que aparece en la página Web no se puede componer. Si reflexionamos, resulta extraño imaginar a un niño con una pata en una mano y la cabeza con los ojos cerrados en la otra. Cuesta veinte euros, es blanco, las articulaciones en rojo y el susto o el rechazo del niño tiene toda la pinta de estar garantizado cuando se le explique que no es un juego, si es que se le puede explicar, a menos que ya estén enredados con las matanzas de los de la psp. De momento se compran por Internet y están abocados a agotarse a una semana del seis de enero. La pregunta es si es realmente para el niño o encubre el deseo del padre, la madre, el tío o el amigo de la familia por tenerlo cerca, que todo es posible.

Al fin y al cabo, los Reyes Magos vienen todos los años para colmar las ilusiones por muy raras que parezcan.

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