Los 6.000 euros del premio del 2008 que quedó desierto por falta de calidad, se suman a los de este año
Un par de horas aproximadamente de debate entre los nueve miembros del jurado, para determinar los ganadores de la undécima edición de los Premios de Agricultura y Ganadería Ecológica, Andrés Núñez de Prado. Incluso hubo un “aparte” al final de la reunión para determinar si era posible que se acumularan los 6.000 euros del premio de 2008, que se declaró desierto, con los de este año. Y así fue.
Un total de diecisiete trabajos de investigación presentados, con una decisión difícil. De hecho, se acordó conceder una mención especial, además del premio mayor que versó sobre la ganadería en Sierra Grazalema. Un informe que, según el jurado, se basa en una decena de años de investigación de los cuatro autores sobre la evolución de la ganadería en ese lugar protegido y que puede ser un modelo experimental exportable. Así lo señalaba el catedrático jubilado de Producción Animal de la Universidad de Córdoba, Clemente Mata Moreno, que destacó que en Andalucía hay casi 3 millones de hectáreas de espacios protegidos con ganadería, que juegan “un importante papel en el sector”.
Además, el jurado mencionó un trabajo sobre el control de la fusariosis en el clavel gaditano. Lo destacado de esta investigación es que sus conclusiones y métodos pueden servir para otra enfermedad, en este caso del olivo, como es la verticilosis. Como concretó el patólogo Julio Tello, también miembro del jurado presidido por Francisco Casero, del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica, se usan los residuos de la cosecha junto con las plantas enfermas, para “controlar los patógenos del suelo y reduce el uso de abonos minerales al 50% y el de agua de riego hasta el 40%”.
Fomento
Las Torcas y Tierra Verde obtuvieron el premio por su labor continuada de muchos años haciendo de La Mancha y de Órgiva, tierras de respeto a la naturaleza.