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El arte de persuadir

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 A fuerza de empellones para intentar que el alcalde levante la suela y deje brotar hierba fresca, estamos consiguiendo entre unos y otros que se doctore en ingeniería persuasiva.
Los grandes creativos de las multinacionales son unos calientasillas a su lado y las empresas se lo rifan para inducir a las masas borreguiles.
Eso asegura que D. Manuel se reubique laboralmente cuando las clavijas de su conciencia tensen tanto las cuerdas, que la estridencia quiebre la caja acústica de esa especie de guitarrón mexicano que alberga en el interior de su espectro y termine por reventarlo. Hasta entonces, la máxima autoridad civil, desafiando la sublime cúpula etérea de la sutileza, exhibe con asombroso talento, un admirable inventario de contundentes argumentos programados exclusivamente para descifrar sus embaucadoras ínfulas de seducción y soborno espiritual. Ojalá su caletre y su pico tuvieran la misma sagacidad para transformar ese espejismo de ilusiones en realidades potenciales para elevarnos al podio de la ventura, del cual nos apeó su desahuciado partido para situarnos en el tartán del progreso sin posibilidad alguna de éxito a día de hoy.
Para quitarse el sombrero la fascinante perspicacia con que el hombre del bastón con Loctite, ilustra el contenido de sus intervenciones tras la marabunta del 10-D. Se ha sacado de la manga una letanía de bendiciones venideras que, si no te paras a destriparla, ves las marismas inundadas de pozos de petróleo como garantes del irrefutable bienestar que se avecina.
Mi amigo Nacho, que sigue sabiendo de esto un rato, dice que nos aprendamos esa retahíla de augurios al dedillo porque eso es lo que toca de aquí a 2011 a no ser que el guitarrón mexicano estalle antes. Por eso, igual que nuestro pastor urbano ha hecho un master en perfeccionamiento seductor, yo he hecho otro en suspicacia selectiva para no caer en la viscosa tela de araña de su fantasía demagógica.
D. Manuel -a salvo de jerárquicos maculillos porque hemos quedado en que el PA no se sienta ya ni en el banquillo-, dice que La Isla del siglo XXI basará su desarrollo en el turismo cultural, patrimonial y natural. En nuestra riqueza artística e histórica. En los nuevos centros culturales y las nuevas rutas turísticas. En la playa del Castillo y el parque natural Bahía de Cádiz. En los caños y esteros. En el deporte y el impacto de los Juegos Iberoamericanos. En el desarrollo empresarial e industrial. En una amplia oferta cultural que potenciará nuestras fiestas y nuestras tradiciones, y en la intensificación de las relaciones militares e institucionales para que San Fernando siga siendo cuna del parlamentarismo y la Libertad. Ah, y en una nueva bandera de color azul porque el blanco -asegura- aquí no dice nada. ¡Que bonito! Es cierto que el amor a un pueblo inspira grandes empresas, pero, desde luego, a usted le entorpece su desempeño.
Ahora me toca a mí. Nuestra oferta turística cabe en una bolsa de viaje. La demora en la construcción del Centro de Congresos es de asonada general. La playa la asalta el pueblo. El Parque natural sale a familia por fin de semana. Los caños y esteros llevan ahí toda la vida y usted los ve ahora. El deporte tocó techo hace tiempo, y con los Juegos le dieron coba porque no los quiere nadie. Lo del desarrollo industrial me da la risa. La única propuesta cultural nueva es la incipiente procesión Magna, -¡como sabe tocar la fibra!-. Las relaciones militares se amontonan en expedientes de divorcio y la Libertad de expresión la pisotea usted mismo con su intolerancia hacia las críticas que recibe.
Por supuesto que La Isla seguirá siendo cuna del parlamentarismo, pero no se atribuya el copyright. Su alegato frenético concluye con una alegoría al tren del progreso. Supongo que se referirá al tranvía. Ese tren financiado por la Junta de Andalucía. La misma que sufraga la mayoría de sus proyectos y a la que no duda un momento en desprestigiar.
Si aquí se hubieran tenido que hacer las cosas con el dinero del ayuntamiento que preside, La Isla tendría más mierda que el caballo de Varela. Aunque, claro, siempre nos quedaría la nueva bandera para quitarla. pacolaisla@yahoo.es

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