Aunque parezca una contradicción, “ahora hay menos control externo de lo que son los modales, los insultos, las costumbres” y, sin embargo, “estamos más educados para la no violencia que hace cuarenta años”, ha afirmado la psicóloga infantil Victoria Nogueral.
“Antes había la misma violencia pero no era tan evidente”, ha señalado la también psicóloga infantil y miembro de la Cínica Médico Forense de Madrid, Blanca Vázquez, quien ha comentado que las peleas en la puertas del colegio fueron y siguen siendo toleradas socialmente.
Las niñas se podían odiar a muerte hace años pero no quedaban para pegarse, “ahora sí y en esas circunstancias se puede dar una complicación”, ha asegurado Nogueral.
Para esta psicóloga sucesos como los de Seseña se han dado en la historia y pueden definirse como “casos extremos de violencia” en los que detrás hay también un trastorno de personalidad o disociativo que explica de alguna manera un crimen.
Nogueral ha manifestado que entre los menores violentos se suelen repetir unas variables relacionadas con “una acumulación de niveles de rabia y de frustración muy altos” a lo largo de su vida.
Factores personales, ambientales y sociales pueden ayudar a comprender estas conductas explosivas, realizadas por chicos que por su ambiente familiar carecen de habilidades para fortalecer y desarrollar su personalidad.
Por su parte, el psiquiatra del Hospital de Salamanca Ángel Luis Montejo, ha dicho que tiene la impresión de que quizá a los jóvenes ahora “se les pone muchos menos límites que antes”.