El tiempo en: Chipiona

Jerez

El calvario y la huida de Amal y Ebtisam, dos lesbianas saudíes, hasta Jerez

Nasara, una activista feminista saharaui que vive en Jerez, creó un crowdfunding y en tres días consiguió reunir 9.000 euros para pagar los billetes

Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
  • Amal y Etbisam tras su llegada a España, donde fueron recibidas en el Ministerio de Igualdad -

Tienen 24 años y hace apenas un mes que lograron, por fin, llegar a España. Son Amal y Ebtisam, una pareja de lesbianas nacidas en Arabia Saudí donde sus familias tras enterarse de que estaban juntas les hicieron la vida imposible. Consiguieron huir del infierno con ayuda y esperan tener aquí el futuro que las quisieron negar.

Viven en Jerez  junto a Nasara, una activista feminista saharaui que ha hecho lo imposible por traerlas a España. Es su ángel de la guarda. Fue ella quien pidió ayuda a la directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, Boti García, quien también puso "todo su empeño" en salvar a la joven pareja.

UN AMOR TRUNCADO

En una entrevista telemática, Ebtisam, más dicharachera que Amal, cuenta cómo se conocieron en 2015 en su país a través de una amiga común; comenzaron a salir un tiempo después, se enamoraron....pero sus familias, de origen yemení, supieron de su relación a través del director del instituto en el que ambas estudiaban. Era 2017.

"Había una profesora del instituto que vigilaba las conductas y comportamientos de los estudiantes, como una policía, si actuaban de modo incorrecto, el director se lo comentaba a las familias. Ella dijo que nuestra conducta era demasiado homosexual para el colegio y llamó a nuestros padres", recuerda Ebtisam.

Les dijeron "vuestras hijas están enfermas", recuerda la joven, y a partir de ahí comenzó un calvario. A Ebtisam, la amenazó su padre con mandarla a Etiopía con su madre -estaban separados- en cuanto acabara el instituto, algo que finalmente cumplió.

MALTRATO, ABUSOS, EL PELIGRO DE UN MATRIMONIO FORZADO...

Y allí estuvo dos años y medio Ebtisam con su madre, quien la maltrataba físicamente y le hacía sentir como "si no valiera nada", empezó a odiarse a sí misma, cuenta la joven, que además, sufrió violencia por parte de su hermano mayor. Allí nunca retomó los estudios.

A Amal no solo su padre la prohibió volver al instituto sino que quiso casarla con un primo de ella.

La pareja estuvo un año sin poder comunicarse, sin saber nada la una de la otra. Las controlaban para que así fuera, pero gracias de nuevo a la amiga común por la que se conocieron, retomaron el contacto, tal y como relata Ebtisam durante la entrevista.

LA HUÍDA

Cuando hablaron después de tanto tiempo llegaron a la conclusión de que tenían que huir y volver a juntarse, la salud mental de ambas estaba muy deteriorada y tenían que hacer algo lo antes posible. Ambas habían creado una plataforma en las redes sociales, Yemeni Feminist Voice (Voces feminista feminista yemení), a través de la cual pidieron ayuda a Nasara.

"Sabíamos que había ayudado a otra gente, le contamos nuestra historia de los abusos que habíamos sufrido y ella nos dijo que nos ayudaría a encontrar una solución lo más rápido posible", cuenta Ebtisam.

Nasara lleva bastantes años en España. Conocía a otra amiga de ellas, Besmah con quien colaboraban en la plataforma de las redes sociales. "Ellas no han sido las primeras ni las últimas mujeres a las que ayudo", asegura la activista en una videollamada.

Con el fin de conseguir el dinero para que pudieran huir, Nasara creó un crowdfunding y en tres días consiguió reunir 9.000 euros. Pudo pagar los billetes de avión que reunirían a la pareja en El Cairo, en el verano de 2021. Pero también tenía que sacarlas rápidamente de la capital egipcia.

"Es una ciudad con un alto indice de violencia sexual y abuso y si son chicas de origen árabe y jóvenes, el riesgo era muy alto. Tuve que pagar en uno de los sitios mas lujosos de El Cairo un alquiler para que estuvieran protegidas. Me encargué de que en ningún momento sintieran peligro", señala la activista saharui, quien gastó todos sus ahorros en ello.

Y sabía que la pareja tenía que dejar El Cairo cuanto antes, así que Nasara contactó con el Ministerio de Igualdad. Escribió un correo a la directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, Boti García.

IGUALDAD SE IMPLICA EN EL CASO

A García "le hirvió la sangre" con el caso. "Qué derecho tienen sus familias de usurpar a estas personas el derecho a ser lo que son, el derecho a ser como son y el derecho a amar", destaca la directora general en una entrevista con Efe.

García no tenía competencias en política exterior, pero "removió cielo y tierra" para sacar adelante a la pareja. Trabajó junto a la dirección general de Política Interior, del Ministerio del Interior, Carmen López, y a la de Asuntos Consulares del Ministerio de Asuntos Exteriores.

"Nos pudimos contagiar de la misma necesidad de combatir esta situación", insiste García, quien cuenta emocionada cuando el pasado mes de marzo Amal y Ebtisam a primerísima hora de la mañana aterrizaron en España, "el país que les podía cambiar la vida".

NUEVA VIDA

Y en Jerez llevan un mes. Las jóvenes aún no han comenzado su nueva vida, se tienen que recuperar aún de lo vivido. Han solicitado el asilo por orientación sexual, una protección que espera que llegue cuanto antes.

"No queremos acabar con nuestra libertad, no queremos volver a un país homófobo. Ahora no nos sentimos en peligro", aseguran Amal y Ebtisam, que recuerdan que como ellas hay muchas voces de niñas, de jóvenes, que están sufriendo por ser lesbianas en países donde es un delito serlo, donde la comunidad LGTBI "no piensa en un futuro sino en el día a día" por el temor con el que viven.

DÍA DE LA VISIBILDIAD LÉSBICA

Las jóvenes acudirán el próximo 26 de abril, Día de la Visibilidad Lésbica, al acto que ha organizado el Ministerio de Igualdad, en el que participará la ministra Irene Montero, para precisamente dar voz a las mujeres que aman a otras mujeres, para que cuenten sus experiencias.

"Lo que hay que hacer es abrir fronteras físicas y emocionales, físicas y racionales para dar pasos, para abrir puertas e integrar no solo físicamente al colectivo sino para integrar nuestras realidades en la geografía de las mentes y de las morales", sentencia García.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN