Era difícil y complicado poder explicarlo con palabras, pero de forma inexplicable, repentina y sorprendente se sentía como si fuera otra persona completamente distinta. El que siempre había mostrado una gran obstinación y perseverancia en alcanzar sus metas y materializar sus sueños, se encontraba en un estado de relajo en la que todo le parecía relativo y no había nada que le obsesionara.
Ahora se sentía más sereno y tranquilo e incluso era capaz de controlar las situaciones de estrés y las angustias y temores del pasado,. Ahora, se tomaba las cosas con más calma y sabia que si quería conseguir algo que siempre había perseguido, lo conseguiría mejor sin prisas ni nerviosismos.
Se daba cuenta que era capaz de frenar impulsos incontrolables y estimulando iniciativas y propuestas novedosas y atrevidas, sin dejar de jugar y no perdiéndonos y en las vueltas y revueltas que da la noria de la torpeza a la locura, del miedo a la decepción.
Como si fuera un acto de brujería, que conjurara un hechizo de encantamiento, entre tramas y trucos, vamos cosiendo y descosiendo este nuevo mundo de sensaciones y percepciones, huyendo del tedio que nos provocan los tostones, analizando más lo diacrónico que atrapados en lo instantáneo.
Podemos vivir sin llenar nuestras existencias de vida y morir de éxito sin darnos cuenta que es lo importante, y debemos seguir luchando por metas que nos parezcan inalcanzables, sin quedarnos en lo anodino o castigarnos y convertirnos en victimas del mayor de los verdugos, que somos nosotros mismos en los peores momentos..
Escapamos de lo que nos da miedo y ayer le hacíamos frente sin ningún problema, y nos damos cuenta que no conocemos a los que vemos, hablamos y tratamos a diario, pero que a veces nos ofrecen todo tipo de dudas, y es el origen de todos nuestros dolores de cabeza.
Hay momentos en los que todo se nos escapa y nada está bajo nuestro control, y experimentamos una sensación de vacío, una impresión de haber perdido el tiempo, distraídos por fanáticos y sinvergüenzas., en lugar de disfrutar de lo que nos quede por delante, permanecemos extasiados por espejismos.
No debemos olvidar que la vida nos da y nos quita cosas, pero somos nosotros los que abrimos y cerramos nuestras puertas, los que colocamos los diferentes signos de puntuación en nuestros escritos y las pausas en nuestras conversaciones, sin caer en monólogos ni arengas.
Nunca sabemos que es realidad y que no, que se produce con normalidad o por arte de magia, dónde está el gran misterio de lo que nos atrae y la evidencia de lo que nos provoca rechazo. Hay en nuestras vidas momentos puntuales en la que nuestros sentimientos se exaltan y tenemos la sensación que de pronto saldrá de nuestros bolsillos, el mago de la lámpara al que podremos pedir los deseos que nos venga en gana, aunque tengamos la certeza que jamás se cumplirán.
Con frecuencia perdemos el sentido de la perspectiva y hemos de permanecer centrados para asumir las sorpresas pero no llevarnos sustos, saber enfocar las cosas para recoger lo más productivo de los otros y dar lo mejor a los demás, aprendiendo a hacer las cosas de forma distinta, superando cualquier tipo de rutina que nos provoque aburrimiento.
Es muy peligroso anclarnos en la nostalgia y que el pasado nos condicione el presente, y mucho menos nos determine el futuro. No debemos ser rehenes de críticas ni reproches, y saber caminar paso a paso entre el dolor y el placer aprovechando el hechizo del momento.