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El precio de las cosas

¿Cuál es el valor de un catavino con fino helado mientras brindas con un amigo y le das un abrazo?

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  • Vendedores en pleno Real de la Feria. -

No es una cantinela nueva. Ya llevamos algunos años, en los que se comenta antes, durante e incluso después, lo cara que está la Feria. El otro día oyendo hablar de ello, se me vino a la cabeza un día de clase en la Facultad. Estábamos dando Dirección comercial y el profesor nos hablaba de ‘las 4 P de McCarthy’, base prácticamente de todo el marketing. Una de esas P, es precisamente el PRECIO. Y nos hablaba de los diferentes tipos de precios que existen: precios de penetración, precios premium, precios de prestigio, precios psicológicos…

Cuando llegó a este último caso, el profesor, sevillano de nacimiento él, dijo: “Bueno, el ejemplo más claro de precio psicológico lo tenemos nosotros muy cerquita: es el precio de una media botella de vino en la Feria a las tres de la mañana… A esa hora uno necesita tomarse esa media botella y casi hasta le da igual lo que le cobren por ella”.  

Y es cierto. Porque muy distinto es hablar de lo que cuestan las cosas mirándolas con una cierta perspectiva y otra es valorarlas en el albero. ¿A que sí?

Porque cuando uno viste sus mejores galas y se mete en el Hontoria le cambia hasta el semblante. Poco importa si hace calor o si hace frío. Si hay que dar veinte empujones y recibir otros tantos para recorrer los metros que nos separan de la barra.

Nos da igual si en ese tramo alguien nos tira encima una copa o en el peor de los casos si nos derraman la salsa de un plato de menudo dejándonos un ‘lamparón’ en la chaqueta.

Nos da igual a cuántas gitanas tengamos que decirle que somos alérgicos cuando intenten vendernos un clavel. Casi todo nos da igual.

El ambiente, esa luz que solo mayo sabe regalarnos, las mujeres de nuestra tierra luciendo las galas que las hacen más guapas que nunca, y sobre todo ese rato de risas con tu gente y ese abrazo con un amigo al que da igual si lo ves a diario o solo de Feria en Feria, nos hace de bendita anestesia durante unos días en los que la cartera parece pasar a un segundo plano, al menos, hasta que veamos la cuenta del banco en el móvil el domingo, cuando ya no se encienda el alumbrado.

Pero mientras tanto, ese catavino con fino helado mientras brindas con un amigo y le das un abrazo ¿Cuál es su valor? ¿Cuánto nos cuesta? ¿Acaso tiene precio? Teníamos que haber traído a la Feria al tal Jerome McCarthy, hombre. Mientras tanto, disfruten lo que le dejen y gasten solo lo que puedan.

 

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