En un giro digno de un guion cinematográfico,
la Policía Nacional resolvió el caso del robo de la caja fuerte de la sede central de Unicaja en Málaga, deteniendo a un técnico de seguridad acusado del delito. Este robo, lejos de ser perfecto, muestra una mezcla de astucia y errores por parte del detenido que llevaron finalmente a la captura del presunto culpable.
Los hechos comenzaron a destaparse en noviembre, cuando el Grupo de Atracos y Delitos Violentos de la Policía Nacional inició la investigación de un robo reportado en la central bancaria. La operación, bautizada como "El abanico" por el emblemático logo de la entidad, centró sus primeros pasos en el análisis de
dispositivos de control de acceso a zonas restringidas, descartando poco a poco a varios sospechosos.
Entre los investigados se encontraba E.K.V., un armenio de 38 años, ex empleado de Unicaja y en aquel momento técnico autónomo para una empresa subcontratada. Según las fuentes del caso
consultadas por El Confidencial, E.K.V. no solo tenía
"capacidad y formación" para manipular la caja fuerte, sino que su acceso a la
"zona restringida" lo colocaba en una posición única para ejecutar el robo. Además, se estaba encargando de reestructurar el sistema de protección.
El detalle que llamó la atención de los investigadores fue el abrupto cambio en el estilo de vida del técnico, quien había adquirido recientemente un automóvil de lujo y poseía propiedades y vehículos de alto valor, incluyendo dos Audi, dos Tesla y un Ferrari. Este nivel de vida era incompatible con los ingresos que declaraba, despertando sospechas adicionales. Al detenido se le incautaron unos 110.000 euros "que el arrestado supuestamente trató de reintroducir en el circuito legal del dinero con el método del pitufeo". Esto ha supuesto que, además de robo con fuerza, se le impute un delito de blanqueo de capitales.
La investigación tomó un giro cuando se descubrió que
el circuito de cámaras de seguridad había sido "inhabilitado temporalmente" durante el robo. Este hallazgo apuntó directamente a E.K.V., quien tenía el conocimiento técnico para manipular estos sistemas.
Tras meses de seguimiento y recopilación de pruebas, la Policía ejecutó un registro en la vivienda de E.K.V. el 11 de abril. Durante la operación se incautaron
1.355 euros, cuatro vehículos, documentación y material informático. Además, en su casa se encontraron objetos de lujo, como cajas de vinos Vega Sicilia y botellas de Moët & Chandon, lo que añadía más pruebas del desmedido nivel de vida del sospechoso.
El análisis final de los dispositivos de acceso confirmó la presencia de E.K.V. en la entidad durante el momento exacto del robo, y la forma en que se llevó a cabo reveló un aprovechamiento de las fallas en los protocolos de seguridad del banco.
E.K.V. habría mantenido actualizadas las claves de acceso a la caja cada vez que estas se modificaban, lo que facilitó su entrada sin levantar sospechas inmediatas.
Este caso no solo destaca por la suma de dinero robada, sino por el modo en que la persistencia y las técnicas de investigación modernas pueden desenmascarar robos que en otro tiempo habrían quedado impunes. La investigación aún continúa para recuperar el dinero sustraído y completar el proceso judicial contra E.K.V., quien también enfrenta cargos por blanqueo de capitales.