Ahora las cualidades visionarias de Zapatero se han desplazado a la situación económica y al empleo. Como bien recordarán aquí no había crisis. Hace unos meses afirmarlo suponía ser tachado de catastrofista y antipatriota. Se prometía el pleno empleo y como mucho se reconocía algo después que habría una “suave desaceleración”. Después acaeció aquella desesperada búsqueda de seudónimos donde se hicieron verdaderas aportaciones a la prosa político-administrativa en su vieja intención de no llamar jamás una cosa por su nombre. Ahora deben estar buscando que llamarle a los parados. Por cierto: tres millones.
Pero he aquí que de nuevo ha surgido la profecía. En abril, trabajos mil. Lo asegura, afirma y predice José Luis Rodríguez Zapatero. Es toda una garantía. Nuestras cuitas van a empezar a desaparecer, el mundo de jauja retornara por arte de magia, los días de vino y rosas volverán como golondrinas de Bécquer a nuestros balcones. Y ya lo saben: quien no lo crea es porque es un facha.
En la España de la trinchera maniquea, el pretender exponer un hecho o criticar una acción del Gobierno lleva aparejado el terrible sambenito –vieja argucia estalinista– de que ser tachado y bautizado como un enemigo del progreso, un reaccionario, un carcamal, un fascista. Nadie discutirá el argumento. Se limitarán a satanizar y estigmatizar a la persona que ose plantearlo. El periodismo queda entonces limitado a afines o desafectos. Esa es la triste situación y aún más triste porque no pocos son los que a ella se prestan con entusiasmo.
Es por ello, por esta opinión pública y publicada donde los referentes independientes apenas si existen y sólo se plantea en términos de sumisión o enemigo, por lo que los más terribles errores de un gobierno o de su presidente apenas si tienen traducción en desgaste. Aquí no cuenta el hecho sino si el autor es de los nuestros o de los otros. Y los nuestros siempre están perdonados. Es más. Nunca han dicho y hecho lo que un día dijeron o hicieron. Nunca existió un proceso de paz, nadie se negó a reconocer y a actuar contra la crisis económica. Y en abril si de trabajo ni agua, el que ose recordar la profecía ZP le dirán que la única memoria que hay aquí es la histórica y que esa solo tiene una fecha que está permitido recordar: el 36.