Las peculiaridades del sistema electoral para los comicios al Parlamento Europeo -circunscripción única y ausencia de un porcentaje mínimo de votos- hacen que estas elecciones sean distintas de otros procesos y propicias para sorpresas como la irrupción de candidaturas al margen de la política tradicional.
Los dos europarlamentarios obtenidos por la agrupación Ruiz Mateos en 1989, la irrupción en mayo de 2014 con cinco escaños de un por entonces poco conocido Podemos -se había registrado como partido político apenas tres meses antes- o las expectativas de entrar en el Parlamento Europeo que otorgan algunas encuestas a la agrupación de electores Se Acabó la Fiesta para el 9 de junio, son algunos ejemplos.
Circunscripción única: cada voto cuenta
El artículo 214 de la ley electoral española establece que, en el caso de los comicios al Parlamento Europeo, la circunscripción es el territorio nacional, es decir, la suma de los votos que se consiguen en toda España es la que determina la obtención de los escaños.
Todos los votos cuentan y no hay riesgo de que, como ocurre en las generales, se pierdan aquellos que no han servido para lograr escaño en cada provincia.
También resulta más fácil constituir una agrupación de electores para las europeas que para las elecciones al Congreso y Senado, ya que para las primeras bastan 15.000 firmas en toda España, mientras que en los comicios a Cortes Generales estas iniciativas deben venir avaladas por al menos el 1 por ciento del censo electoral de cada circunscripción.
Así, por ejemplo, para constituir una agrupación de electores en las pasadas elecciones generales del 23 de julio eran precisas 19.900 firmas en la circunscripción de Valencia, 42.400 en la de Barcelona y 52.200 en la de Madrid.
Un sistema que obliga a formar coaliciones
Otra consecuencia de la circunscripción nacional en las elecciones europeas es que, a diferencia de en las generales, las fuerzas nacionalistas o regionalistas tienden a agruparse en coaliciones para sumar sus votos, ya que los apoyos que obtienen en sus respectivos territorios rara vez bastan para acceder al Parlamento Europeo.
Europa de los Pueblos, Coalición Nacionalista, Izquierda de los Pueblos, Galeusca, Coalición Europea, Los pueblos deciden, Primavera Europea... son algunos de los nombres con los que desde las primeras elecciones europeas de 1987 han concurrido varios partidos nacionalistas para tratar de situar algún representante en la eurocámara.
En varias ocasiones, los partidos integrantes de estas coaliciones se han repartido el escaño en el Parlamento Europeo de forma rotatoria durante la legislatura.
Para los comicios del 9 de junio destacan: Coalición por una Europa Solidaria (CEUS) que agrupa a PNV, CC y otros pequeños partidos, y Ahora Repúblicas, que reúne a ERC, EH-Bildu, BNG y Ara Més.
La ausencia de un umbral de votos favorece a los partidos pequeños
Pero si los partidos nacionalistas o regionalistas tienen que recurrir en la mayoría de los casos a estos acuerdos para competir en la circunscripción única, al menos tienen la ventaja de que, a diferencia de lo que ocurre en el resto de elecciones en España, en estas no existe un porcentaje mínimo de votos para acceder al escaño.
Esta es otra de las particularidades del sistema electoral de los comicios al Parlamento Europeo en España, aunque la reforma del acta electoral de la UE de 2018 -aún no ha entrado en vigor- propone el establecimiento de un umbral de entre el 2 y el 5 por ciento de los votos válidos emitidos en las circunscripciones que elijan más de 35 eurodiputados.
En España, el próximo 9 de junio, se elegirán 61 eurodiputados, dos más que en las últimas elecciones debido a la evolución demográfica, lo que la convierte en el cuarto país de la UE con más presencia en el Eurocámara por detrás de Alemania (96), Francia (81) e Italia (76).
Mientras llega esa reforma, trece países miembros no tienen barrera de votos, mientras que los catorce restantes fijan umbrales que oscilan entre el 1,8 y el 5 por ciento.
De haberse requerido un porcentaje mínimo en anteriores convocatorias en España -la ley electoral española establece un mínimo del 3 por ciento para las generales- hasta 19 escaños habrían acabado en manos de los partidos mayoritarios en las ocho elecciones europeas celebradas en España desde 1987.
En las últimas elecciones, las de 2019, la Coalición por una Europa Solidaria (CEUS) logró un europarlamentario con el 2,85 por ciento de los votos.
Se Acabó la Fiesta, candidata a sorpresa el 9 de junio
Con estas particularidades en las reglas de juego electoral, en esta ocasión es la agrupación de electores Se Acabó la Fiesta la candidata a dar la sorpresa, ya que podría lograr representación según algunas encuestas como la del CIS, que le otorga entre 1 y 2 europarlamentarios.
Se Acabó la Fiesta, iniciativa liderada por el agitador Alvise Pérez, se nutre especialmente de antiguos votantes de Vox en las elecciones europeas de 2019.
Según el barómetro preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un 15,8 de los que eligieron la papeleta de Vox entonces podría pasarse ahora a esta formación.
Menores porcentajes provienen de antiguos votantes de CS, -6 por ciento- y del PP, con un 3,5 por ciento de fugas.