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Los sones de ida y vuelta de Santiago Auserón conquistan el Tío Pepe Festival

Junto a su Academia Nocturna, desplegó su saber musical enciclopédico con un repertorio maridado con sonidos del otro lado del Atlántico y de un pasado en común

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Santiago Auserón en el Tío Pepe Festival

El artista estuvo acompañado de la Academia Nocturna

El concierto en el patio de La Tonelería

Poco antes del verano, Cádiz acogió la entrega de las Medallas de oro al Mérito en las Bellas Artes. Entre los galardonados se encontraba Santiago Auserón. El presidente de la Junta, Juanma Moreno, se refirió expresamente al ex líder de Radio Futura en su discurso para subrayar que seguía ajeno a la huella del paso del tiempo. En su caso, la huella se limita al ámbito de lo sonoro y abarca mucho más allá del mítico grupo, incluso de su alter ego, Juan Perro, para incidir en su constante búsqueda de otros sonidos, de otras raíces, de otras influencias.

Hace apenas un par de semanas cumplió 70 años y, una cosa es segura, no ha perdido el tiempo. Lo pone de manifiesto a través de un nuevo espectáculo que en la noche de este sábado conquistó al público del Tío Pepe Festival y en el que comparece acompañado de una banda prodigiosa, su Academia Nocturna, junto a la que propone un viaje constante de ida y vuelta a uno y otro lado del Atlántico a través de los sones que ha ido investigando y recopilando, y con los que ha configurado un repertorio deudor de la música caribeña, del jazz, del rock y, por supuesto, del pasado.

Pese a todo, Auserón no es un nostálgico –le costó acercarse a algunos de sus “clásicos” de los 80-; en todo caso, un defensor de la autenticidad, de lo perdurable, del embrujo universal de la música, provenga del Malecón de La Habana, del corazón de Nueva Orleans; en definitiva, “del mestizaje de lo blanco y lo negro”, como pronunció con su voz teatralizada en una de sus introducciones.

“Somos vintage”, reivindicó en plena confraternización con el público que llenó el patio de La Tonelería de las Bodegas González Byass. “Vintage”, en el mejor sentido de la expresión, y, sobre todo, frente a la música que marca tendencia, o a la industria musical que aspira a marcar tendencia.

En este sentido, la mayor parte de la colección de canciones que seleccionó para la ocasión se centró en composiciones recopiladas de su más reciente producción musical, donde sobresale, en primer lugar, el son cubano, evidente en la traslación de las notas, pero también en la ejecución vocal del artista aragonés, por la que tampoco parece haber pasado el tiempo. De ahí sobresalen los temas Quemando caña, La última rosa, Jibara, Perla oscura, pero también su devoción por el bolero –“bolero soul” lo rebautiza al interpretar No más lágrimas-. Pero su propuesta pronto se deja llevar hasta las orillas del Mississippi, desde donde remonta Tennessee arriba para entrar en contacto con los orígenes del rock y el blues.

A esas alturas, el público empieza a reclamarle algo más de esta orilla, de un pasado musical compartido: “Semilla negra”, se escucha en el patio de butacas, y Auserón tranquiliza: “Hay que tener cuidado con lo que se sembramos, a ver si terminanos en el cuartelillo”, y sin decirlo su gesto pide paciencia, o mantenerse fieles al relato musical propuesto.

Tras el breve receso es cuando toca “recordar cosas de antaño”, y elige para empezar el último tema compuesto por Radio Futura, El puente azul, inspirado en un puente del barrio londinense de Camdem. Bueno, vale, no era lo esperado, pero sirve de calentamiento para, ahora sí, Semilla negra, y el éxtasis posterior de El canto del gallo. Todo parece llegar a su final, pero Auserón se arma solo de su guitarra para puntear una serie de notas familiares a las que va poniendo voz con la letra de la Estatua del Jardín Botánico. El público pide más, pero él opta ya por remontarse a versiones más atrás y remata con su particular adaptación del Blueberry Hill deseando “gloria bendita para todos ustedes”.

El artista recuerda que “es un placer venir a Jerez”, porque “¿cuánto hace de la última vez?”. Alguien le responde desde el público: “40 años”. Tal vez sean 35, aunque lo importante es no haber perdido el tiempo desde entonces, como ha demostrado Santiago Auserón en el transcurso de estas casi cuatro décadas, rematadas de forma brillante con su Academia Nocturna en el Tío Pepe Festival.

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