La intención socialista de promover mociones en los ayuntamientos para que la Iglesia Católica pague el IBI va a terminar metiendo en un lío al principal partido de la oposición. El Defensor del Pueblo andaluz, José Chamizo, abundó este lunes en la cuestión argumentando que si se reclama ese esfuerzo a la Iglesia debe hacerse también con los partidos políticos y sindicatos -que tampoco pagan- para de este modo evitar que la propuesta se convierta en un mero ataque anticlerical.
Chamizo, que se muestra partidario de que todo el mundo pague el IBI, pone el dedo en la llaga al relacionar el anuncio con una mera estrategia de tinte electoralista. A esta hora, todavía el PSOE no ha aclarado si va a pagar el impuesto de las sedes que ocupa en todos los pueblos y rincones del país, por aquello de contribuir a la causa recién abierta. Tampoco ha dejado claro si va a exigir este gesto de colaboración al resto de partidos políticos, sindicatos, fundaciones y demás organizaciones que tampoco se dan de cara con el IBI, que por cierto se cuentan por miles.
Que el PSOE exija a la Iglesia que pague y pase por alto que el Real Madrid o el Barcelona –por citar sólo un par de ejemplos- tampoco abonan el IBI anual que se devengaría de la titularidad de sus lujosos estadios y demás instalaciones deportivas, es muestra evidente de que la propuesta oculta una intencionalidad política y no un interés por contribuir al saneamiento de los consistorios españoles.
También llama la atención el hecho de que la propuesta se formule ahora, a pocos meses de que Zapatero abandonara la Moncloa y justo un año después de que el PSOE perdiera el Gobierno de cientos de ayuntamientos, sin que conste que nunca estos ediles movieran un dedo para acabar con la exención del pago del IBI. Queda la sensación de que los socialistas tratan de recuperar al electorado que en los últimos comicios recayó en los caladeros de Izquierda Unida, cuyas iniciativas en este sentido nunca contaron con el apoyo del partido que ahora pretende abanderar esta especie de cruzada. Es comprensible que los políticos trabajen ese tipo de estrategias, pero al menos deben hacerlo con más inteligencia. Aunque sea, al menos, por guardar las formas. Esta vez, ni siquiera la apariencia engaña