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Ricardo Menéndez afronta los atentados del 11-M en ?El corrector?

?La crónica de lo que sucedió entre los días 11 y 14 de marzo de 2004 es un magnífico ejemplo de la versatilidad en el arte de la mentira alcanzada por nuestros políticos?, escribe Ricardo Menéndez Salmón en El corrector, una novela en la que afrontó los atentados del 11-M y sus ?erratas?.

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  • El autor Ricardo Menéndez Salmón. -
“La crónica de lo que sucedió entre los días 11 y 14 de marzo de 2004 es un magnífico ejemplo de la versatilidad en el arte de la mentira alcanzada por nuestros políticos”, escribe Ricardo Menéndez Salmón en El corrector, una novela en la que afrontó los atentados del 11-M y sus “erratas”. 

Publicada por Seix Barral en vísperas del quinto aniversario de la matanza terrorista, El corrector supone un intento por vencer “el recelo” de acercarse a los atentados que los creadores españoles han sentido hasta la fecha, señaló ayer su autor en una entrevista con Efe. 

“Yo también sentí cierta prevención al escribir de este asunto, porque siguen abiertas las heridas de un suceso capital en la historia reciente de este país”, afirma Menéndez Salmón (Gijón, 1971) sobre el proceso de creación de su séptima novela. 

La mañana del jueves, 11 de marzo de 2004, Vladimir corregía las galeradas de Los demonios, de Fedor Dostoievski, en una ciudad del norte, cuando recibió una llamada telefónica desde Madrid en la que le informaron de que varios trenes habían “saltado por los aires” en la capital.

“Purgar erratas” 

“Los correctores intentan purgar de erratas un texto, y desde el poder se escribió en el texto de los atentados una errata que la sociedad en los días sucesivos tuvo la oportunidad de corregir. 

La errata de las muertes provocadas por los atentados es indeleble”, afirma el autor asturiano al explicar la metáfora sobre la que construyó su novela.
Menéndez Salmón rechaza que su novela sea un “ajuste de cuentas” a los políticos –considera que la expresión “tiene algo de mafioso”–, pero afirma que con El corrector ha pretendido hacer una “llamada al orden” a la clase política. 

Y también reivindicar “el derecho y la obligación” de los creadores de defender un discurso que se oponga al que se articula desde el poder. 

Por las páginas de El corrector pasan, con nombres y apellidos, Arnaldo Otegi, Juan José Ibarretxe, Ángel Acebes y José María Aznar, “un cadáver despidiéndose del mundo de los vivos”, lo define Vladimir.

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