El western, ese género de estudio que alcanzó su época dorada de la mano de Howard Hawks y John Ford, sigue siendo totalmente fiable como vía narrativa de ficción en la actualidad. De hecho, muchas películas utilizan aún el género para nutrirse de él y de sus mecanismos, aunque luego se presenten al público camufladas bajo la óptica que proporcionan diferentes capas formales propias de otros géneros o subgéneros.
Comanchería (2016) no se esconde. Es un western totalmente contemporáneo que revitaliza y reivindica el género sin vacilación.
David Mackenzie dirige un western trasladado y asentado en las miserias de la época actual que se encuentra arropado y justificado en todo momento por su contexto, una Texas en ruinas donde conviven una jauría de vaqueros, rangers y desgraciados (todos ellos armados, genialmente escritos e interpretados) que, o bien se han hartado de la supremacía bancaria, o aún se aferran al cumplimiento inútil y honorable de la ley.
La trama, de trazo simple y grueso pero eficaz, nos cuenta cómo un padre divorciado (Chris Pine) y su hermano ex-convicto (Ben Foster) recurren a un desesperado plan para poder salvar la granja familiar, la única propiedad de valor que poseen y que en pocos días pasará a formar parte de las propiedades de los mismos bancos que, irónicamente, han planeado atracar. Una pareja de policías (Jeff Bridges y Gil Birmingham) se hará cargo del caso e intentará darles caza.
La cinta, de una factura técnica notable, cumple además con varias de las pautas que definen a una gran obra: el continente y el contenido se acoplan a la perfección, tanto que interactúan el uno por y para el otro; los personajes y sus relaciones se sienten reales, sinceras y emocionantes; se establecen unos diálogos maravillosos que fortalecen la camaradería entre las parejas protagonistas a través del humor y/o la ternura; y la historia que se narra es sencilla pero se mantiene siempre acorde a lo que se quiere contar, sin presentar cabos sueltos.
Por si fuera poco, el “soundtrack” es alucinante. La música que Nick Cave compone junto a Warren Ellis funciona a la perfección y cada tema suena justo cuando debe hacerlo. Sin limitarse a servir de mero adorno formal, consigue potenciar cada secuencia aportando matices y profundidad a la narración.
Comanchería —uno de esos títulos que uno nunca se cansará de pronunciar— plantea un debate social muy vigente apoyándose en la humanidad de sus personajes, demostrando que la naturaleza de las decisiones que tomamos no siempre pueden basarse en la simplificada dualidad de lo que es correcto y lo que no. La vida es más compleja que eso, y se parece mucho a un western.
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