Era un día como otro cualquiera y estábamos un poco aburridos. En el pueblo no había mucho que hacer y teníamos que organizar algo. En la tele, había un reportaje sobre un nuevo Spa, que había abierto reutilizando unos baños árabes en una ciudad oriental. Entonces se me ocurrió la idea. Les dije a las niñas que si querían ir a Jaén a Visitar los Baños Árabes, que son del siglo XI y son unos de los más antiguos de España. Creo que les parecía bien más por salir de allí, que por visitar el lugar. Llegamos al Aparcamiento de la plaza de la Constitución. Desde allí nos dirigimos al Palacio de Villardompardo, donde están ubicados los baños en sus sótanos. Había pensando en ir por la Calle San Clemente, pero como las vi interesadas en la visita decidí hacer un poco de turismo, para que conocieran el Conjunto histórico de la ciudad. Por eso salimos por la calle Pescadería, hacía la Diputación Provincial, desde allí hacia la Magnífica Catedral de Jaén, que veríamos a la vuelta. Tomamos la calle Maestra y nos dirigimos hacía el Arco de San Lorenzo, desde allí seguimos hacía nuestro destino pasando delante del refugio antiaéreo de la Plaza de Santiago, el cual se empeñaron en visitar y se quedaron bastante sorprendidas, ya que no entendían, que la gente se tuviera que refugiar en estos lugares para protegerse de las bombas. Afortunadamente, hoy día este tipo de peligros son cosas del pasado. Tras esta inesperada visita, continuamos hacía el Palacio de Villardompardo, a donde llegamos tras pasar delante de la Iglesia de San Juan. Ya estamos en el Palacio e iniciamos nuestra visita, quisieron visitar primero el Museo Internacional de Arte Naïf “Manuel Moral”. Les encantó, sobre todo a mi hija mayor, que le encanta pintar y decía, que en cuanto llegáramos a casa iba a hacer un cuadro para que lo pusieran allí. Estaba entusiasmada con la idea. Bajamos a visitar los baños, que son algo fascinante, diez siglos de historia de la ciudad, allí ante nosotros. No importa las veces que los haya visitado, porque siempre salgo embrujado por este lugar. A las niñas también les gusto, aunque esperaban algo parecido a lo que había visto por la tele y les faltaba el agua, pero no obstante, habían disfrutado mucho de la visita a la ciudad. Bueno, aún faltaba la Catedral. Y él Castillo que al verlo querían ir también, aunque eso habría que dejarlo ya para otro día. Tras descansar en la plaza Santa Luisa de Marillac, para reponer fuerzas, tomamos el camino de vuelta hacia la Catedral, pero nada más empezar a andar, a nuestra izquierda aparece un pequeño callejón, que mi hija pequeña se empeñó en tomar. Intenté decirle que no era por esa dirección, pero no teníamos prisa y a ella le hacía ilusión pasar por allí, así que, seguimos por esa calle. A los pocos metros, nos aparece a mano derecha, la Santa Capilla de San Andrés. Un edificio, que a primera vista me pareció curioso desde fuera, pero de un gran valor histórico. La verdad es que he oído maravillas de ese lugar y tenía muchas ganas de ir, ya que es uno de los lugares en los que nunca he estado, y por lo que cuentan es muy especial. Desafortunadamente, en ese momento se encontraba cerrada y no pudimos acceder, pero eso no hace sino que tenga aún mas ganas de verla. Así que lo dejamos pendiente, para una próxima visita. Desde allí fuimos pasando por varias calles y por distintos monumentos, como el Real Monasterio de Santa Clara, hasta llegar a nuestro último destino del día, La Catedral de Jaén. Mis hijas me preguntaron, ¿qué es esta iglesia tan grande papá? Esta iglesia es el orgullo de esta ciudad, les respondí. Una Catedral como hay pocas en el mundo y se encuentra precisamente en Jaén, para deleite de los jienenses y de los visitantes. Un lugar, al que su estructura lo hacen majestuoso, pero al que esos balcones de la fachada, lo convierten, a mi parecer, en un hogar. No en vano, es la casa de Dios. Balcones desde los que en otro tiempo, el Obispo de la ciudad mostraba a los peregrinos el Santo Rostro, que es sin lugar a dudas, el gran tesoro que guarda en su interior, aunque no el único. Cada detalle de esta Catedral es digno de admiración y es lugar de culto, no solo para los creyentes sino para los amantes del arte. Y así, tras tomarnos alguna caña en los alrededores, finalizó nuestra visita turística. Ese día de sofá y aburrimiento, que terminó convirtiéndose en un paseo por la historia de la ciudad de Jaén.