Ángeles Hidalgo Viaña se gana la vida en Sevilla como guía turística y, autora de varios libros de relatos, decidió recorrer su ciudad natal
Ángeles Hidalgo Viaña se gana la vida en Sevilla como guía turística y, autora de varios libros de relatos, decidió recorrer su ciudad natal, Cádiz, en una obra con once narraciones cortas que tuvieran por escenario algunos de los lugares más pintorescos, castizos o artísticos de esta ciudad.
"Cádiz es una ciudad de sensaciones, como si sus atractivos fueran menos tangibles que los de otras ciudades monumentales", ha dicho a EFE Ángeles Hidalgo, al explicar que en "Historias de andar por Cádiz" ha hecho "un híbrido entre una guía, un plano y una ruta a base de hitos que no son exactamente monumentos", e incluso algunos "comercios locales que ya forman parte del espíritu y de la personalidad de la ciudad".
Muchos de esos rincones forman parte de las vivencias de la infancia y juventud de la autora, de modo que cuando iba avanzando en la escritura de los relatos estos escenarios "brotaban" como los decorados naturales de cada situación.
Publicado por Quorum, editorial especializada en asuntos gaditanos, "Historias de andar por Cádiz" debe su título a un afán de aprehender el carácter de una ciudad con mucha personalidad pero también al convencimiento, expresado por la autora, de que Cádiz "es una ciudad para caminarla".
Cádiz es de una fragilidad extraordinaria, según Ángeles Hidalgo, quien confiesa que al leer el libro de José Saramago "La balsa de piedra" se sorprendió con una idea que ella siempre ha llevado consigo desde sus pesadillas infantiles, la de que uno de aquellos temporales terribles de su infancia -"ya no hay tormentas como las de hace cuarenta años", ha asegurado- arrastraba la ciudad océano adentro.
Todavía hoy, ha confesado, cuando pasa temporadas en Cádiz, no se libra de esa amenaza de un improbable tsunami que convierta a la trimilenaria ciudad en una balsa de piedra sin un timón que la gobierne.
Descendiente de una familia de origen montañés, Ángeles Hidalgo tuvo abuelos dedicados al comercio de ultramarinos, vestigio de lo cual es todavía "Casa Hidalgo", una de las pastelerías de más abolengo de Cádiz, en la misma plaza de la Catedral, de ahí que aunque sea gaditana de nacimiento aún hoy se sorprenda del carácter del gaditano, que define como "una mezcla de ingenio y de humor" capaz de hallar puntos de vista insólitos.
"Cádiz es una ciudad de mar venida a menos con gente muy graciosa", ha definido para explicar la decadencia que marcó a esta capital atlántica que basó toda su economía en el comercio y el tráfico marítimo.
"Cádiz es una ciudad para dejar de mirar la pantalla del móvil, con un casco histórico que se ha conservado muy bien, que ha sufrido muy pocas mamarrachadas, y que debe plantearse si acepta ser una ciudad turística o no", momento en el que la autora la compara con otras ciudades históricas como Cartagena de Indias, que ha hecho de sus murallas y sus fortificaciones base de su atractivo turístico, algo que ha considerado que también está al alcance de Cádiz.
Los balcones, las torres-mirador desde las cuales se atisbaba la llegada de los barcos sin tener que salir casa y -como la autora denomina algunas de la plazas de la ciudad- "los vergeles" que sorprenden a la vuelta de cualquier esquina están integrados en estos relatos, todos ellos ficticios menos el titulado con el nombre del barco que unía Cádiz con las islas Canarias, "J.J. Sister".