Es muy frecuente, que nadie sepa nada cuando ha de dar la cara y asumir su responsabilidad, cuando fracasa en algunos de los logros que se había propuesto , o le tomen la iniciativa y tienen que rectificar aquello que tenían previsto hacer, cuando no son capaces de que las cosas crezcan ni maduren.
A veces tardamos demasiado en tomar las decisiones, porque no queremos comprometernos, y otras porque no sabemos nada e ignoramos la realidad, y la envolvemos en misterios que no nos interesa explicar, entre insinuaciones y desmentidos de aquello que se dijo sin saberlo.
Repetir los errores y no ser capaz de rectificar nos dibuja un futuro muy negro que solo conduce a la destrucción, a no ser capaz de apagar fuegos, a dinamitar cualquier intento de diálogo y a desprestigiar un mérito del otro, para convertirlo en una permanente guerra en la que todos terminan perdiendo.
Disfrazar las verdaderas intenciones , bajo razones legitimas, es además de una gran mentira y estafa, un ejercicio de indolencia y una falta de inteligencia y voluntad para no convertir un problema en un conflicto. Nadie sabe nada si quiere controlarlo todo, y casi con toda seguridad casi nadie alcanza el poder si no es liquidándose a gente por el camino.
Llegar a no saber nada , por falta de compromiso o agotar todas las opciones que tenemos a nuestro alcance , nos sitúa en un estado de hipnosis , fuera de la realidad. Llenar el espacio de palabras vacías que parecen haber dado con una solución que no tenía, no solo es mentira sino una martingala que no convence a nadie.
Hay quienes se empeñan en no saber nada , porque niegan la realidad , trivializan lo importante y se empeñan en ocultar las cosas que todo el mundo ve y denuncia. Claudicar cuando todos nos cuestionan es admitir que no somos capaces de encontrar la solución.
Cuando nos ciega el poder hasta impedirnos razonar, las emociones se convierten en acusaciones , las lealtades en chantajes , las claves en confusiones e intoxicaciones , y la serenidad en virulencias y crispaciones. El nadie sabe nada concluye en que nadie hace nada, y esta inacción es una de las mayores corrupciones a las que se enfrenta el ser humano en el espacio privado y público.
Si nadie escucha ni siente nada, si nadie sabe nada, podemos movernos entre la cobardía y la ignorancia., si atendemos y escuchamos lo que ocurre y lo que nos dicen , seremos protagonistas de los cambios que se producen.
Con el afán de saber algo, sobre todo, podremos afrontar cara a cara y no ocultarnos bajo ningún disfraz, que no nos encerremos en la rueda del autobombo, que debemos pasar del “Saber hacer” al “hacer saber” y que trabajemos minuto a minuto por conseguir nuestro valor óptimo.
Hay voces que piden realismo sin saber muy bien en que consiste, exigen esperanza, cuando siembran desasosiego , protagonizando historias de odios y puñaladas , donde debería haber manos tendidas a la fortaleza, el entendimiento y el diálogo.
Entre el griterío y el ruido nadie sabe nada , aunque tenga ganas de aprenderlo todo , pero para ello necesite el silencio y no dejarse de hacerse preguntas , aunque no tengamos complejos por no encontrar respuestas, pero permanentemente empeñados en quedarnos en el blanco y negro , en lugar de ver la vida en colores.
Si terminamos sin saber nada, no debemos convertir nuestra historia en un drama sino en un homenaje a la vida que tiene curiosidad por todo lo que nos rodea.