Nos ilusionamos con muchas cosas que sorprenderíamos al más escéptico, y sobre todo con aquellas que nos gusta y estamos a punto de lograr. No quiero perderme en un bosque de detalles, pero nuestra realidad cotidiana es siempre una historia de espera en la que estamos cerca de conseguir algo, aunque sea estar tranquilo y que no nos molesten.
Muchas veces y sin afán de perfeccionismo nos gustaría no vernos liados en medio de un laberinto de enredos y chapuzas, de situaciones que no llegamos a comprender, de como hay especialistas en complicarnos la vida inútilmente y en hacer de un problema un conflicto o en procurar por todos los medios que no disfrutemos.
Este tipo de fauna de la especie humana los hay en todos los sectores y profesiones, pero quizás donde más se les note sea en aquellas que por su carácter público van pregonando sus peripecias y lanzamientos por los toboganes y montañas rusas.
Tal vez los más peligrosos son aquellos que se empeñan en hacer de la actividad política un medio de vida y no un compromiso, no son los que se enteran, sino aquellos que no son conscientes de su ignorancia y encima sacan pecho.
Cuando estamos a punto de lograrlo, nos afloran los sentimientos y las emociones, y nuestras lágrimas riegan los campos de las nuevas ideas y objetivos. Tras esas huellas, todo parece que comienza a moverse y somos capaces de superar nuestros miedos, utilizándolo como el motor de nuevas iniciativas.
Hay quienes lejos de saberse un vehículo, un altavoz o un medio, pierden la olla y se creen dioses, y entre la fatiga y la impotencia, se dedican a estrechar el cerco sobre si mismos, a imitar y vivir la vida de los otros en lugar de aprovechar la propia y no son conscientes de lo que decía Helen Keller “
las cosas más bellas y mejores en el mundo pueden no verse ni tocarse, pero se sienten en el corazón”
A veces, no sabemos impulsados porque extraña fuerza, salimos de nuestro aislamiento y rompemos todas las líneas rojas que salen a nuestro paso. Superamos esa ingenuidad de pensar que la vida es toda de color de rosa, ni tan desconfiados que no hay lugar para la esperanza.
Entre buenos y malos momentos, estamos viendo de todo. Así a la derecha del PP para gobernar en Castilla y León solo les faltaba pactar con la extrema derecha y lo ha hecho haciendo todo tipo de concesiones, sin ningún problema ni escrúpulo. ¡ El coste de esta actuación lo dirá el tiempo!
Conseguimos creer cuando lo logramos, y desde nuestra humilde posición, nos parece que somos capaces de mover el mundo, de que no haya puertas que no traspasemos o ventanas que podamos abrir, que gritemos y hagamos temblar el mundo.
Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo siendo una persona que no conocemos, cuando queremos ser nosotros mismos, siendo auténticos y no plagios de lo que otros dicen y hacen, originales y no copias,, y mientras parece que funcionamos entre ser maquinas perfectas o humanos llenos de imprevisiones, fallos y achaques, mientras nos vaciamos de palabras y nos llenamos de silencios.
Asomarnos al balcón de la realidad, estar a punto de lograrlo no es sentirnos obligados a todo un catalogo de estupideces y falsedades, y vamos descubriendo, aunque nos cueste admitirlo que acumulamos lo que no necesitamos y nos olvidamos de lo esencial.