Aunque pueda parecer la expresión oficial del valor de algo que hemos comprado o de algún servicio contratado, el título de este artículo va por otros López y es esa miserable costumbre de quienes están todo el día presumiendo de su amistad y generosidad , pero que a la menor de cambio desean cobrar , desquitarse incluso si tienen ocasión vengarse .
Se da en todos los campos y actividades. Así uno de los reproches que he sentido en mis carnes, es la de un mentecato que me quería pasar factura por escribir demasiado, y es que es que no terminaba yo de entender porque habría de repararle por mi afición en construir historias o reflexionar sobre situaciones de vida.
Ante tales sujetos, y el objeto de que no lo reprocharan con severidad, no les decía que también procuraba construir sobre todo lo bueno que caía en mis manos, no fuera a pasarme factura por lo que, él que era Profesor de Secundaria, debía realizar al menos con la misma frecuencia, pero sobre todo no dejar de reflexionar sobre lo leído.
De todas maneras con demasiada frecuencia, nos perdemos en conversaciones inútiles, estériles e improductivas y a esos que nos hacen perder el tiempo , si deberíamos exigirle que nos lo compensara, a los que nos aburren por su carencia de ideas o su falta de argumentos., a los que con toda la mala leche del mundo intentan hacernos daño gratuitamente.
Pero sobre todo a aquellos que se entrenan diariamente para ser malas personas, y que además presumen de ello, tocan la flauta como si fueran unos virtuosos, montan una tormenta en un vaso de agua y en su permanente de cobrárselo todo jalean todo lo que no hacen ellos, y se apuntan lo de los demás, pero además después intentan cobrar por ambas cosas, con toda desvergüenza y sin ningún pudor.
No son demasiados generosos, pero si por equivocación nos regalan algo, nos lo recordarán a todas horas y en todo lugar., además en su afán de omnipresencia, sabe todo de todos, incluido sus sentimientos y emociones, por lo que tiene la detestable costumbre de hablar en nombre de todos sin tan siquiera pedirles permiso.
Hay quienes se deshumanizan y actúan mecánicamente, como si fueran robots que tuviesen que cumplir en todos sus pasos los programas instalados en su software, y no son capaces de salirse de lo programado ni en los conocimientos ni en los sentimientos y emociones.
Además son tan predecibles que toda su vida se llevan haciendo el mismo personaje , cantando la misma canción y recorriendo el mismo camino, aunque pueda parecer distintas, pero lejos de contarnos aventuras agradables y excitantes , son muy previsibles y por tanto deberíamos pasarles factura por sabidos y aburridos.
Están también quienes no hacen nada y se pasan la vida de testigos mudos, pero a la hora de pasar el platillo y cobrar la factura de lo que han hecho los demás, son los primeros en hacer el paseíllo. Se pasan el tiempo hablándose a sí mismos para que los demás lo escuchen y en ese monologo en voz alta, presumen de lo bueno que son, de lo atractivos que resultan y de cómo es posible que la gente no se lo reconozca.
Finalmente tenemos los que se consideran culpables de todo lo que acaece en su entorno, y se pasan la vida censurándose y pasándose factura, como si quisieran pagar por todas las palabras dichas y por decir, y ese miedo atroz no les dejara avanzar ni un solo paso.