Nacimos un día y otro moriremos. Y entre ese ayer y un mañana que no sabemos pasan nuestras vidas, y cada día aunque no nos lo parezca es completamente distinto. Cada amanecer nos planteamos como puede ser la jornada sin saber, ni tan siquiera si la podremos completar.
En el pasado hay una fecha en la que vinimos a este mundo, y recordamos el pasado aunque casi siempre fabricándolo a nuestro antojo, mientras tenemos claro este origen no mostramos demasiada confianza cuándo podremos o pondrán fin a esta película.
A toro pasado analizamos con todo lujo de detalles y brillanteces, y pontificamos sobre lo que deberíamos haber hecho para haberlo evitado, o las soluciones que hemos de poner en marcha a partir de este momento. Así cualquiera, pero lo complicado es hacer frente al problema y encontrar el remedio sobre la marcha.
Ayer éramos muy jóvenes, apenas teníamos experiencia y hoy con nuestras mochilas llenas, esperar partir cualquier día para quedarnos en el recuerdo de la gente por lo que hicimos, por nuestras emociones y sentimientos compartidos.
En todo el camino aprendemos a triunfar con humildad y a perder con naturalidad, nos movilizamos de un lugar a otro sin reparar en donde estamos o lo que hacemos o siendo receptivos con todo lo que nos rodea, llegando incluso a quedarnos atrapados sin saber en qué dirección movernos.
Entre experiencias positivas, chascos y errores, debemos saber utilizar nuestra inteligencia y no dejarnos llevar por una actitud tensa y desagradable. Nos jugamos mucho, entre lo que conocemos y lo que ignoramos, lo que debemos hacer y lo que no.
Debemos superar las rutinas y los aburrimientos y buscar objetivos novedosos, sin caer en más estrés o agobio del necesario, no dejando todo a la suerte y poniéndonos manos a la obra para solventar los problemas pendientes.
Desde el ayer, para muchos en el pasado siglo XX hasta el hoy cuando han pasado dos décadas del XXI, hemos consumido muchas consignas, vacías y populistas, como por ejemplo cuantas y cuantas veces nos han predicado en estudios sociológicos sobre la mayoría silenciosa. La pregunta es si existe ¿Hablará algún día?
Otra de las grandes bolas que nos han intentado meter plantearnos al pueblo soberano como si fuera una unidad mística e idealizada , en lugar de diferentes y plurales poblaciones en distintos lugares del mundo., haciéndonos creer además que como tal ”pueblo” posee unas virtudes innatas.
Hoy en día en “él no va más” de las organizaciones políticas y movimientos populistas, hay quienes en su iluminación ideológica defiende con pasión y poca vergüenza que ellos y solo ellos, son los auténticos representantes de la “mayoría silenciosa” y “el auténtico pueblo”.
Aunque uno es optimista por naturaleza y ejercicio, hemos de reconocer que desde el hoy a las puertas del mañana, estamos asistiendo a una involución democrática y una tendencia al autoritarismo, con diferentes caretas y disfraces que van desde el nacionalismo con planteamientos antiglobalizadores y xenófobos, el neoliberalismo en conjunción con la recuperación de valores conservadores tradicionales y la involución en el marco de los derechos individuales y colectivos.
Tal vez entre el hoy y el mañana tengamos tiempo como decía José Saramago de analizar como” la democracia se ha convertido en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder”