No se engañen por el titular. Míchel aún posee casi todo el crédito para continuar al frente del Sevilla. Precisamente, no son los resultados lo que lo mantienen. Más bien, una economía de guerra que no permite ni liquidar contratos. Es la realidad de la situación actual de la entidad, que en otro momento, sin lugar a dudas, ya hubiera mandado al entrenador a la cola más larga de este país.
No obstante, a favor del madrileño, la figura del entrenador parece no ser la culpable de los dimes y diretes de una plantilla que sube y baja su nivel como si de una montaña rusa de tratase. Manzano o Marcelino dieron buena cuenta de ello, aunque no es menos cierto que ninguno de estos ha destacado en el mundo fútbol por ganar ni grandes ni pequeñas cosas.
Aún así, muchos podrían pensar que Míchel se juega algo más que un partido en el último del año, el de este jueves en Anoeta frente a la Real Sociedad. Sería la lógica imperante en otros tiempos benévolos con las arcas. No obstante, salvo catástrofe, el técnico seguirá siendo el mismo para el inicio de 2013.
Pero hay una intrahistoria en todo este entramado que puede marcar el devenir de Míchel. Consumada la victoria por goleada en Mallorca, el consejo nervionense confiaba ciégamente en el triunfo ante el Málaga. Dos objetivos había en dicho partido. Primero, reaccionar a tiempo en Liga para no alejarse de la zona europea. Y segundo, ampliar el crédito en el míster, obteniendo así las garantías de la afición para que no fuera señalado. Pero claro, jamás imaginó José María del Nido que dejaría coger la sartén por el mango. La derrota provocó la ira contra el palco.
Posible solución casera
Por supuesto, no es interminable la obligada confianza en Míchel. Si continúa inmerso en la nada la solución más factible, tras despedirlo, sería la de Ramón Tejada. Hombre de la casa, barato y sin la obligación europea en Liga. Es más, la Copa sería el único y gran objetivo en este caso.
