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Los milagros existen (3-1)

Un gol de M’Bia en el minuto 94 de partido clasifica al conjunto sevillista para la final de la Europa League que disputará ante el Benfica.

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  • Rumbo a Turín -

El fútbol es tan impredecible como la existencia humana. El espíritu de Palop regresó para poner al Sevilla en una nueva final europea; la tercera en ocho años, a un equipo que parecía batirse en retirada con un petardazo histórico consigo.

Ni un minuto transcurría de partido cuando Ricardo Costa dejaba el codo en la cara de Bacca marcando territorio, reflejo del ambiente de hostilidad que Mestalla quiso imponer ante un Sevilla que buscaba enfriar el encuentro lo máximo posible a la espera de su oportunidad con su mejor once sobre el terreno de juego. Mientras el Valencia  disfrutaba de un mayor control con el balón, el conjunto de Emery replegaba sus líneas atrás, buscando una contra que pudiese fructificar.

Pero el plan no pudo salirle peor al cuadro sevillista, pues la ventaja visitante se hizo añicos en la primera media hora, el tiempo que tardó el bloque de Pizzi en anotar dos tantos ante el aturdimiento del equipo rojiblanco. Feghouli en el minuto 13 tras una pared con Vargas cuyo lanzamiento con la zurda, tras tocar en Coke, se introducía en la portería haciendo el primero; y Jonas, en el minuto 25, rematando de cabeza un centro de Bernat que después de pegar en el larguero y en Beto obtenía el segundo de la noche, igualaban la eliminatoria. Con el resultado de 2-0 favorable a los locales desfilaban los 22 futbolistas hacia el túnel de vestuarios para afrontar la segunda mitad.

El Sevilla, en la misma tónica de la primera parte, sin ideas y perdido, no encontraba su sitio sobre el campo. Y como suele ser habitual en las grandes ocasiones, Emery volvía a hacer de las suyas con un cambio inexplicable, quitando a Bacca del césped e introduciendo a Gameiro sobre el mismo. Cinco minutos después, en el 70’, un saque de esquina botado por el Valencia y tras un par de rebotes, era remachado a portería en área pequeña por Mathieu, poniendo por delante a los valencianistas en la semifinal.

Todo estaba perdido para el Sevilla. Las esperanzas del sevillismo se difuminaban. Pero cuando parecía que el destino había elegido ya al vencedor, un saque de banda era peinado Fazio dentro del área y M’Bia, en el último minuto del descuento, mandaba un testarazo al fondo de las mallas, haciendo imposible la estirada de Diego Alves. Delirio en los aficionados sevillistas, jugadores y cuerpo técnico, que veían como una vez más, la Diosa fortuna se aliaba con el Sevilla. Turín ya no es un sueño, es una realidad. El Benfica ya espera al Sevilla en la final el próximos miércoles 14 de mayo.

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