El juego de Toni Kroos tiene mucho que ver con una de las figuras emblemáticas de Alemania, la del ingeniero que fabrica máquinas de precisión en las que reduce a un mínimo la posibilidad del error.
A Kroos se le ha comparado con un GPS, que orienta a su equipo en el campo en cualquier momento del partido, y, cuando se revisan sus estadísticas en lo que se refiere a pases que llegan a su destino, a veces se siente un poco vértigo al ver cifras que rozan la infabilibilidad.
Durante el pasado Mundial, para no ir más lejos, Kroos hizo 633 pases en los siete partidos que jugó, de los cuales un 85 por ciento llegaron a su destino. En ese punto, Kroos sólo fue superado por su compañero Philipp Lahm con 651 envíos y un 86 por ciento de efectividad.
En el conjunto bávaro, la cuota de pases acertados de Kroos ha tenido temporadas de por encima del 90 por ciento.
Naturalmente, en esas cifras se incluyen también toques de balón sin trascendencia, en la medular, en momentos de los partidos en lo que no queda otra solución que hacer circular el balón esperando que el contrario se abra. Pero también hay otro tipo de pases, que terminan en gol o en ocasiones claras de gol para sus compañeros.
Kroos nació el 4 de enero en 1990 en Greifswald (este de Alemania) y, tras formarse en las categorías juveniles del SC Greifwald y del Hansa Rostock, llegó al Bayern a los 17 años. Entre 2007 y 2010 estuvo cedido al Bayer Leverkusen, donde empezó a destacar en la Bundesliga.
En 2010 fue convocado para la selección absoluta para el Mundial de Sudáfrica, pero no logró ganarse un lugar en la formación titular. El puesto que estaba libre era la banda derecha y para esa posición era claramente más adecuado su compañero Thomas Müller.
En 2014, tras cuatro años de jugar con el Bayern, lograría convertirse en indiscutible en su posición natural, el centro de la medular, desde donde contribuyó decisivamente al cuarto título mundial de Alemania.
El título universal y el papel que tuvo en él le ayuda a resarcirse un tanto de la mala fortuna que tuvo en 2013 cuando una lesión le privó de ser protagonista en el triplete del Bayern
Además de su precisión en el pase, otra de sus virtudes es el remate de media distancia -con cualquiera de las dos piernas- y las asistencias en situaciones con balón parado, en las que también hace gala del culto a la precisión.
Durante la última temporada, empezó a fraguarse su marcha del Bayern. La oferta de renovación de contrato que recibió no le pareció satisfactoria.
En la prensa alemana se habló de que a Kroos, después del protagonismo que había empezado a ganar, no se le pusiera al mismo nivel, en lo que al sueldo se refiere, con jugadores como Franck Ribery, Arjen Robben, Bastian Schweinsteiger, Philipp Lahm y el recién llegado Mario Götze.
Kroos en algún momento dio otra explicación y aseguró que no se trataba de dinero sino de que el no es el tipo de jugador para estar diez años en el mismo club, necesitaba un cambio de aires.
Tal vez a la decisión también haya contribuido el hecho de que en Múnich, pese a ser un jugador respetado, Kroos no llegado a ser uno de los 'consentidos' de la afición. Cuando en la Allianz Arena el público grita "Fussballgott" (Dios del fútbol) lo hace normalmente asociado al nombre de Schweinsteiger, nunca al de Kroos.
El Bayern no hizo demasiado por mantenerlo, no mejoró la oferta inicial. No se puede olvidar que la pasada temporada llegó al conjunto bávaro el español Thiago Alcántara, que juega en la misma posición de Kroos.