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Redondo, la elegancia y 20 años de un taconazo para la historia

Se cumplen 20 años del taconazo de Old Trafford. Un recurso técnico mágico que impulsó al Real Madrid hacia la octava

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La elegancia definió la carrera de Fernando Redondo. El tiempo ha puesto al argentino entre los mejores mediocentros de la historia del fútbol. Su jerarquía, altas dosis de calidad técnica, un imán en su zurda. Por donde pasó le sobró personalidad para ser recordado, pero una jugada quedó como el legado eterno. 20 años del taconazo de Old Trafford. Un recurso técnico mágico que impulsó al Real Madrid hacia la octava.

El regate en corto siempre fue una especialidad de Redondo. Corpulento, encaraba al rival y nunca se sabía hacía que lado saldría gracias a una zurda privilegiada. Con el cuerpo eliminaba rivales. Siempre temible en el uno contra uno. Jugador de equipo, priorizó el colectivo por encima de lo individual. Su evolución como jugador restó subidas al ataque con las que despuntó en Argentinos Juniors o Tenerife y aumentó coberturas a compañeros y equilibrio. Hasta Old Trafford. Una noche europea mágica.

El 19 de abril del 2000 el Real Madrid visitaba un templo del fútbol con la necesidad de marcar. El empate sin goles del Santiago Bernabéu le obligaba a hacerlo para acceder a las semifinales de la Copa de Europa. El Manchester United de la leyenda Ryan Giggs y David Beckham, llevaba tres años sin perder en su estadio. Una olla a presión.

Al recital de paradas de Iker Casillas le secundó un doblete de Raúl González (2-3). El equipo de Vicente del Bosque, que había sustituido a John Benjamin Toshack en noviembre, llegaba lanzado a Múnich y a una final con la que firmaba la octava. Era el regreso de un gigante que había permanecido mucho tiempo sin el título más deseado y en tres años firmaba dos nuevas conquistas que le afianzaban como el rey de Europa.

El tercer tanto que mataba el duelo quedaría para siempre en la retina de los mejores goles del Real Madrid en la competición de mayor prestigio. Recibió del brasileño Savio Bortolini y ocupó su espacio, escorándose hacia el costado izquierdo. Un quiebro. Dos. Una carrera midiendo cuerpo a cuerpo la marca de Berg. La pelota siempre protegida y en el momento que sintió que le encimaban, sacó de la chistera un recurso mágico. Tacón de zurda de espaldas, carrera para evitar que el balón saliese del campo y pegado a línea de fondo, Redondo detuvo el tiempo. Aguantó lo necesario para que un devorador del gol 'oliese la sangre' y apareciese al espacio entre centrales que se había creado gracias al movimiento de Fernando Morientes, para marcar a placer. La afición rival acabó reconociendo el espectáculo con una ovación final.

"El taconazo fue un momento de inspiración. Lo mejor fue tener la pausa necesaria para levantar la cabeza, esperar y ver llegar a Raúl solo en el segundo palo. Es una acción que el fútbol profesional nunca la había hecho y que jamás olvidaré", recordó años después Redondo en un acto con LaLiga, de la que ahora es embajador mientras compagina su formación como entrenador a la espera de dar el salto a los banquillos.

Con Redondo no hacían falta los dobles pivotes ni el músculo del fútbol actual. Eran otros tiempos. Cuando se planteaban hasta se generaban debates, como el que soportó con Luis Milla, sobre su necesidad. Se debía a las cualidades de un futbolista con tal poderío que se sobraba él solo para abarcar toda una zona clave en la construcción del juego y destrucción del rival, permitiendo jugar con rombo y un mediapunta ofensivo. Donde ahora cohabitan dos y hasta tres jugadores, con una especialidad de un futbolista para destruir del perfil de Casemiro o Busquets entre los mejores del mundo, en los 90 y la primera década del 2000 estaba Fernando, bautizado el 'Príncipe' por Diego Simeone.

El clásico 5 argentino que no pudo lucir su número por respeto a los galones en el Real Madrid y a una institución del club como Manolo Sanchís, dejó una década de gran fútbol en España. Una personalidad poderosa para superar lesiones que le marcaron y no impidieron que fuese un fijo para Valdano, Capello, Heynckes, Hiddink y Del Bosque en su etapa madridista. La cerró con el cambio en la presidencia y la llegada de Florentino Pérez con dos 'Champions' en la mochila, dos Ligas y una Copa Intercontinental. Dejó un legado que perdura y una acción que siempre será recordada. El taconazo de Old Trafford. La elegancia del mediocentro llevada a su máxima expresión.

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