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Desde la Bahía

Santiago ya no cierra España

Lo peor de todo. Nos ha fallado, cual amor infiel, nuestra tabla de salvación de mayor confianza: El turismo. No ha podido recuperarse.

Publicado: 27/07/2020 ·
15:15
· Actualizado: 27/07/2020 · 15:15
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Sabemos que para ser un alto cargo político del país, no es precisa ninguna convocatoria u oposición. El curriculum sólo exige lealtad, sobre todo en su doblegado brazo de fervor por los ideales del partido que gobierne y obediencia, más que ciega, aneuronal, a las bases de los que dirigen.

No hay crítica en la forma. Es lógico y legal, que el grupo que alcanza el poder mediante las urnas, quiera tener en el complejo entramado del gobierno de una nación, a personas que le sean fieles y de confianza. Analizar el fondo de la cuestión, es otra vereda muy distinta. La responsabilidad es una cadena que soporta la lámpara que da luz al Estado. Su falta de consistencia puede dar lugar a ruptura, cortocircuito y prender en llamas amplias superficies, de las que dependen la vida de bastantes ciudadanos. 

Los fallos en reglas gramaticales, prosodia u ortografía, pueden perdonarse, pero no los fallos aritméticos. Es ruborizante la diferencia de cifras de fallecidos establecidas por el gobierno y otras entidades de estudios estadísticos. Y los fallecidos no son invisibles, ocupan su lugar y un volumen inconmensurable de dolor. Ahora que empezamos con los rebrotes a saber contar mejor y que decimos que estamos alcanzando cifras semejantes a las del mes de abril, pienso que si en ese mes se hubieran hecho los rastreos actuales, a qué cifras de contagiados hubiesemos llegado. Como dijo un primer gobernante de nula eficacia, estaríamos en la champions y además como campeones en cuanto a afectados. Quizás el origen de los alargados aplausos a la autoridad responsable haya sido porque tras repasar las tablas aritméticas,  se intenta llegar a un sincronismo en las cifras de víctimas y contaminados.

Nuestra economía, paloma de plaza con monumentos a veces injustificables y penuria alimentaria, el Covid-19 con su brote pandémico, se ha encargado de herirla no sólo en el ala, sino también en su cola, dislocándole el rumbo. El rebrote tiende a comprimirle su tórax, lugar donde está el punto más sensible para su fallecimiento. Construcción, compraventa de todo tipo de inmuebles, industria del automóvil, el campo, etc., los tejidos más nobles de nuestro cuerpo económico, tienen el aire de su aroma seriamente contaminado. Es preciso un aire fresco procedente del norte europeo que hagan posible su respiración normal. Ha llegado. Pero la mitad tendrán que reponerlo con su aire de reserva y residual nuestros descendientes y de la otra mitad el 50% tendremos que sustraérselo al aire corriente del día a día de esfuerzo.  Si lo utilizamos en gastos superfluos, la atelectasia - el cierre de nuestra economía - será brutal. De nuevo han aparecido los aplausos para el responsable de las negociaciones, pero esta vez han sido simpáticos, porque la mayor parte de la población lo ha visto como un sainete de Carlos Arniches, interpretado por gente seria.

Lo peor de todo. Nos ha fallado, cual amor infiel, nuestra tabla de salvación de mayor confianza: El turismo. No ha podido recuperarse. El rebrote los ha espantado y obligado a dirigirse a otros lugares. Pero desde dentro y sin concordancia con los daños de Covid-19, se está actuando de forma contraria y negativa hacia los acontecimientos de mayor tradición y fuerza atractiva para quienes pueden visitarnos. Ha pasado el día de Santiago, sin pena ni gloria, sin que se ensalcen sus valores patrimoniales.

El antes patrón de España, lo han reducido a una fiesta de comunidad. No es de extrañar que pierda esta última honra el día que haya cambio de color en el poder. Los “caminos de Santiago” de tanto atractivo internacional no extrañaría que un día se viesen rotulado con nombres de políticos actuales y progresistas. La ciudad sede del Gobierno comunitario, se le cambia su toponimia en cualquier momento y la Basílica se ofrecería a otras creencias para su culto. Para ello siempre habrá eruditos de turno que nos indiquen que la efémeride es bulo o mito que puede demostrar, no comprendiendo estas cabezas progresistas que la fe no es un teorema que precise demostración, sino un axioma - una verdad evidente por sí misma - que no precisa desarrollos pitagóricos, propios de la escuela. Hay que devolverle a esta fiesta todo el esplendor nacional que tuvo, porque si no, pasaremos de aquel Santiago y cierra España al “Santiago España te quiere cerrar sus fronteras”.

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