Casi sin pedir permiso. Casi sin darnos cuenta. Casi en silencio o creando un ruido inaguantable, según como se mire. Pero el caso es que lo ha hecho. O para ser más exactos, está a punto de hacerlo. De aquí a muy poco tiempo, tiempo que no merece ya la pena contarlo en días sino en horas, la hoja del almanaque cae para que no exista ninguna que la sustituya: hay que poner un almanaque nuevo.
Se marcha 2023, año en el que hemos acudido por dos veces a las urnas: generales y municipales. Y los españoles de las 13 comunidades españolas no históricas (todas excepto Andalucía, Catalunya, Galicia y País Vasco) lo hicieron doblemente el 28 de mayo, coincidiendo con los comicios municipales. Estos cambios producidos por el efecto de las urnas han alterado más que sensiblemente la vida diaria y nos han mantenido más tiempo del debido sin un gobierno fuerte. Cosas que tiene nuestro sistema y que sería mejor que bueno que fueran revisadas.
Se marcha 2023, el año de la guerra provocada por el terrorismo de Hamás. Y el año que ha continuado con la invasión de Rusia a Ucrania. Un conflicto, este último, que ya se prolonga demasiado en el tiempo. Aunque ninguna guerra es larga o corta: siempre quedan lo saldos de las víctimas, fundamentalmente las inocentes.
Se marcha 2023, el año de la subida de los precios fundamentalmente de los alimentos, por la inestabilidad económica. De las dificultades para llenar la cesta de la compra. Y del disloque del precio de la luz, el gas y la gasolina. Volverán esos días, pueden estar seguros.
Se marcha 2023, el año que la Princesa Leonor ha jurado la Constitución y ha comenzado con su formación militar, dejándonos asegurada la continuidad de la Monarquía a aquellos que respetamos y creemos en esta institución, como garantía de nuestra democracia y de nuestro estado de derecho.
Se marcha el 2023 y nos deja en el recuerdo a Concha Velasco, María Jiménez, María Teresa Campos, Carmen Sevilla, Laura Valenzuela, Antonio Gala, Fernando Sánchez Dragó, Carlos Saura, Pedro Solbes, Nicolás Redondo, Antonio Burgos, José María Carrascal, Pepe Domingo Castaño y al papá de Mortadelo y Filemón, el sinigual Francisco Ibáñez, sólo por recordar algunos de los españoles que ya no están entre nosotros. A todos, gracias.
Sí, damas y caballeros: esto se acaba a poco que amanezcan unos días. A pesar de dejar este triste párrafo con aquellos que nos han dejado para siempre, siéntalo más como tributo y agradecimiento a lo que nos dieron que como una amarga despedida.
Afrontemos el 24 (que es además un número muy bonito) con ganas e ilusión. Con alegría y derrochando amor. Con las preocupaciones propias y las de aquellos que nos interesan. Y mirando al futuro, siempre al futuro, con la intención de crearlo de mejor forma que el pasado reciente. Está en nuestras manos, en las suyas y en las mías.
Y por favor: sean felices. FELIZ 2024.
