La sensación entre los portuenses es que el patrimonio de la ciudad se desangra, va disminuyendo poco a poco sin que ninguna administración haga nada para remediarlo, y además todos los ciudadanos recuerdan algunos ejemplos de mala praxis que han supuesto un antes y un después en lo que se refiere a ciertos monumentos o espacios de nuestra ciudad.
El ejemplo más flagrante de patrimonio “arruinado”, según dice Patricia T. “es el de la Casa de las Cadenas. Los que gobernaban entonces hicieron lo que les vino en gana, y se cargaron parte de un edificio que tenía que estar en perfecto estado de conservación”.
La mayor parte de los ciudadanos no dejan de enumerar, entre las peores decisiones tomadas, las que tienen que ver con el Vaporcito, que se hundiera el 30 de agsto de 2011, sin que Ayuntamiento (por entonces gobernado por Enrique Moresco), ni la Junta de Andalucía (ya que se trata de un Bien de Interés Cultural), hayan hecho nada, y por tanto, el aspecto del barco más emblemático de la Bahía de Cádiz “se pudre en el varadero”. Y por supuesto, la gente no deja de culpar al equipo de Gobierno actual, que tampoco se ha tomado en serio pensar ni proponer medidas para que El Puerto pudiera volver a tener su Vapor.
Mariana G. asegura que “es una pena pasar por la Bajamar y ver ese esqueleto de hierros y maderas. Es una pena que nadie haga nada, pero lo peor es que los ciudadanos no nos inmutamos y no decimos cuatro cosas bien dichas a los políticos por no actuar”.
Otros dos ejemplos de mala actuación de las administraciones son los de La Muralla y el Hospital San Juan de Dios. En el caso de la primera, este fuerte mandado construir por Carlos V en 1540, se viene abajo, y cada vez queda menos de los restos de esta fortaleza. A pesar de que hace un par de años la Subdelegación del Gobierno informó de que existía un proyecto de remodelación de la misma, que en ningún momento ha visto la luz. Y en cambio, el fuerte temporal que vivió la ciudad el año anterior, hizo estragos en la misma.
En este sentido, solo hay que mirar hacia Cádiz, que conserva en perfectas condiciones el Castillo de San Sebastián, el Castillo de Santa Catalina y el balneario de La Palma, que son similares al portuense.
En cuanto al Hospital San Juan de Dios, son distintos los usos que se hanbarajado para este monumento, que también se está “cayendo a pedazos”, como asegura A.M. Así, indica que “ni hotel, ni hospital, ni ambulatorio, ni nada de nada. Aquí no hacen nada porque parece que al alcalde no le merece la pena meterse en esto, cuando ha habido empresas privadas que se han interesado. Pero es mejor que lo poco que tenemos se caiga y no conservarlo”, apunta.
El parque de la Victoria, un jardín decimonónico, tampoco cuenta con el suficiente respaldo municipal. Ni el cuidado, ni la falta de atención, ni la limpieza, ni la ausencia de actividades, dejan en buen lugar al equipo de Gobierno, indican varios ciudadanos, que consideran que al actual equipo de Gobierno “no les ha interesado nunca La Victoria, a pesar de que, estando en la oposición, bien que se acordaban. Ahora que pueden hacer algo, si te he visto no me acuerdo”.
La ciudad de los 100 palacios apenas conserva muchos de estos edificios en buenas condiciones. En el centro histórico hay muchos de estos palacios cerrados, abandonados, y casi en ruinas, sin que las administraciones hagan posible que haya incentivos, rebajas fiscales y otras medidas, para que se pudieran poner en valor. Con todo, hay algunos ejemplos de “trabajo bien hecho”, como el Palacio de Valdivieso (sede de Urbanismo), el Palacio de Araníbar (sede de Turismo), el Palacio de Purullena, donde se hacen actividades con mayores (a pesar de los problemas que nacen de la trasera del edificio por la acumulación de colonias de gatos), o Palacio Reinoso Mendoza (Ayuntamiento del Polvorista), que se conservan porque están en uso, sobre todo al ser sedes de servicios municipales. Otro edificio que también cuenta con uso, y por tanto con conservación, aunque la fachada necesita una actuación de mantenimiento, es el Hospitalito, que acoge una de las sedes del Museo Municipal.
Los cascos de bodega “se conservan de pena. Hay muchos que están destruidos, a pesar de que podíamos tener de todo en las bodegas”. Así, recuerda un portuense que en la bodega de la calle Palacios se ha pensado en distintas ocasiones trasladar el mercado de abastos. La Iglesia Mayor, en manos de la Iglesia, también está en estado “lamentable” de conservación, y la estación de trenes “era un edificio con solera, y se lo cargaron para hacer el nuevo”.
La antigua lonja, ocupada por establecimientos
Para muchos, el uso que ahora tiene la antigua lonja, que data del siglo XVIII, es muy adecuado, porque los locales comerciales le dan vida, pero otros cambio entienden que este edificio de arcos de medio punto merecía un uso cultural, musical, etc.
Graffitis en Bajamar, un buen uso del patrimonio
Los graffitis que se han hecho en el murete del aparcamiento de la Bajamar es un ejemplo de cómo mejorar o transformar el patrimonio local, dando entrada además en este aspecto a la juventud, que marca su sello de identidad, opina y se inmiscuye con la ciudad.
El Castillo, cuidado por manos privadas
La fortaleza del siglo XI mandada construir por Alfonso X El Sabio se conserva en buen estado, según opinan los portuenses, pero porque “es una empresa privada quien la conserva, sino sería como el Vapor o la Casa de las Cadenas, una chapuza”, explican.
El parque Calderón, demasiado descuidado
Este parque, que tardó un siglo en poder desarrollarse en su totalidad, está en malas condiciones de conservación, y tanto la balaustrada no está cuidada, como el espacio no está acondicionado ni a la altura de lo que esperan los ciudadanos.