Para Fischer, estas elecciones, para un mandato de seis años, fueron un paseo, pero la participación de tan sólo el 49% fue la más baja registrada en la república alpina desde la Segunda Guerra Mundial. En la última cita electoral para el puesto, en 2004, fue del 71,6%.
Este hombre de 72 años, miembro del Partido Socialdemócrata Austríaco (SPÖ) desde su juventud y conocido por su escaso carisma, pero también por su moderación y su constante búsqueda del consenso, es el político más estimado en la escala de popularidad nacional.
Tras confirmarse el escrutinio total , a falta tan solo del recuento de los sufragios por correo, que apenas tendrán incidencia, Fischer se mostró "muy satisfecho" y "agradecido" por esta absoluta mayoría.
"Nunca pude haberlo soñado. Es un resultado fantástico", dijo Fischer ante las cámaras de televisión, tras afirmar que en su segundo mandato los austríacos pueden confiar en que desempeñará el cargo con la misma tranquilidad y ponderación que en sus primeros seis años, aunque algunos se mofen de su estilo.
También agradeció el apoyo recibido por votantes de otros partidos, incluido el Partido Popular Austríaco (ÖVP), que renunció a presentar su propio candidato.