Iglesias, Anguita, Llamazares y ahora Cayo Lara se han repartido los éxitos y fracasos de IU en sus veinticinco años de andadura, un camino que emprendieron una decena de partidos con un fin compartido de contraatacar la entrada de España en la OTAN y que continuaron pese que a veces parecían no compartir nada.
Muchas desavenencias, y muy desde el principio, han marcado este cuarto de siglo de Izquierda Unida que se cumple el 27 de abril, hasta el punto de que su primer coordinador general, Gerardo Iglesias, minero de profesión, sólo lo fue durante unos meses porque fue designado en febrero de 1989 y a finales de ese año se había vuelto a la mina.
Dejó atrás toda su vida política tras un encontronazo con el PCE, integrado en la coalición y del que él había sido secretario general. De aquella etapa no quiere ni hablar porque, según ha asegurado a Efe, se siente totalmente alejado y desvinculado de ella.
También Julio Anguita, bajo cuyo liderazgo (1989-1999), IU alcanzó su máximo electoral, con 21 diputados en las generales de marzo de 1996, guarda un recuerdo muy amargo de la "traición" de algunos dirigentes de la corriente comunista de Nueva Izquierda, que acabó marchándose al PSOE. "Aquellos no eran trigo limpio", ha dicho con pesar.
Pero disfrutó, y "muchísimo", de una de las etapas más gloriosas de IU, aunque también con él empezó el declive y de hecho dimitió después de que en las municipales, autonómicas y europeas de 1999, perdiera 39 diputados autonómicos y cinco eurodiputados.
De aquellos once años al frente de IU se queda sobre todo con la "enorme creatividad" que desplegó la coalición, una época "interesantísima" en la que se defendieron propuestas "nítidas y firmes" como el "No a Maastricht".
Orgulloso de haber contribuido a una iniciativa que surgió como alternativa a la "derechización" de los socialistas y "sin dependencias de nadie", Anguita, que regresó a la enseñanza en su califato de Córdoba, mantiene su carné del PCE y de IU, si bien no desborda entusiasmo por los derroteros de la dirección actual, aunque elude hacer crítica alguna.
Ve que el futuro de IU pasa por seguir escrupulosamente el proyecto de izquierdas y cree que no hay que admitir servidumbres sindicales ni hacia el PSOE.
Ahora con dos infartos en su haber médico y al borde de los setenta, Julio Anguita considera que mantiene una actividad "excesiva" y que debería preocuparse más por su salud, aunque -ha recalcado a Efe- "estoy viviendo".
Gaspar Llamazares recogió el testigo cuando IU aún tenía ocho diputados, pero ahora está sólo en el hemiciclo y le ronda la idea de dejar la primera línea política y retomar la medicina cuando acabe la legislatura.
A él también le ha quedado una sensación "agridulce" de su paso por la dirección de IU en tanto que la "confrontación interna" y las divisiones se lo pusieron muy difícil.
Y son los propios demonios "familiares" de la formación, como ha reconocido, así como un sistema electoral "inmisericorde", lo que lastra el proyecto de IU, según lo ve Llamazares, pero aún así es de los convencidos de que si no existiera "habría que inventarla".
Frente a esa "dificultad" para convivir con la pluralidad interna, Llamazares defiende una coalición abierta y "no monolítica" y es por eso por lo que se ha involucrado en un larguísimo camino de refundación que pretende acabar integrando desde la socialdemocracia desencantada hasta la izquierda más radical.
De sus años al frente de la coalición, uno de sus recuerdos más preciados es la movilización contra la guerra de Irak que promovió IU y que conectó "con los inicios fundacionales" de esta fuerza política.
Ahora los mandos los tiene Cayo Lara, agricultor antes que líder político, y que se ocupa de esta tarea desde hace algo más de dos años, los mismos que llevan "sin reñir" a nivel federal, presume.
Se ha superado la etapa de "Izquierda Hundida", como era conocida hace tres años, según ha contado a Efe, y se está saliendo adelante. "Lo estamos consiguiendo, con dificultades, pero estamos en ello", asegura.
Un mérito que atribuye a la dirección actual, que es la que, en su opinión, está contribuyendo "a la paz y a la alternativa permanente" de la coalición.
Ya con los entresijos más o menos apaciguados, el reto de IU es frenar el neoliberalismo porque nunca antes se ha atacado "tanto" la democracia y el Estado del bienestar, denuncia Lara, y es por esto por lo que piensa que la sociedad necesita "a esta izquierda alternativa y continuaremos creciendo porque la demanda será cada vez mayor".