En un comunicado, el Ministerio de Exteriores norcoreano aseguró ayer que “ya no participará nunca más” en la reunión a seis bandas para su desnuclearización, junto a Corea del Sur, EEUU, China, Rusia y Japón, y que no se sentirá “obligado por ningún acuerdo logrado en las conversaciones”.
Ello implica que el régimen comunista reabrirá el reactor de Yongbyon y que volverá a procesar barras de combustible nuclear para reforzar su “poder disuasorio nuclear”.
Pyongyang indicó además que pretende construir un reactor de agua ligera para suministrar energía nuclear y que seguirá con su “derecho soberano” para el uso pacífico del espacio basado en el derecho internacional, en contra de “la tiranía” de la ONU.
Horas después, Corea del Norte dio otro golpe de mano y anunció que interrumpe su colaboración con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y que los inspectores internacionales que vigilan la actividad del reactor de Yongbyon tendrán que abandonar el país asiático.
Así lo anunció el OIEA en un comunicado, en el que precisó que Pyongyang ha decidido reactivar la actividad del reactor atómico, en proceso de desmantelamiento.
Según el portavoz de este organismo de la ONU, Marc Vidricaire, Pyongyang ha “solicitado la retirada de todos los equipos de contención y vigilancia, tras lo cual ya no se facilitará a los inspectores del OIEA el acceso a la central”.