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Hablillas

Día del libro

Los escritores se eternizan por un título y el de Cervantes es Don Quijote.

Publicado: 23/04/2018 ·
19:20
· Actualizado: 23/04/2018 · 19:20
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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En un día tan especial como el de hoy, la hablilla es una mano que se ofrece para llevarnos a un lugar que habría encantado a cuantos amamos los libros, a la imprenta de Juan de la Cuesta, donde en enero de 1605 se estaba imprimiendo la primera parte del Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha. Ese año se hicieron cinco ediciones y antes de morir Cervantes se habían alcanzado las dieciséis. Quién le iba a decir al caballero que su obra se convertiría en un clásico y que podría cabalgar por el mundo entero al espolear un ratón.

Sin embargo en este universo de chips se pierde la edición infantil de Susaeta de 1966 y que fue lectura obligada para los alumnos de tercero de primaria y otra mucho más curiosa, la que Ramón Sopena publicó en folletín entre 1910 y 1917 dentro de la colección Biblioteca de Grandes Novelas. La totalidad de los pliegos se encuadernaron entre tapas de tela roja. Tras las hojas de respeto, la lámina ilustrativa sugería el contenido a descubrir, en concreto, el de este cuento de cuentos, el entrañable Quijote.

Dividida en dos partes, en la superior aparecía enmarcado el busto de Cervantes y a su lado el título de la obra. En la inferior Sancho sobre su rucio, con las manos cruzadas en actitud implorante mirando al cielo. Junto a él Don Quijote sobre Rocinante, con la lanza asida, ligeramente encogido, con la adarga protegiendo el yelmo y el brazo de las pedradas que los galeotes, ya sueltos, le tiraban. De izquierda a derecha y en diagonal, una larga espada sugería la independencia de estos dos personajes unidos por la aventura, distinguiendo su condición de caballero, cuya empuñadura la identificaba con la ropera por llevarla como complemento en el atuendo. Sobre el guardamano de lazo reposaban dos rosas, refiriéndose al camino iniciático de estos dos personajes. Al lado, la pluma sobre una rama de laurel, es decir, la literatura unida al valor y a la grandeza. 

El texto dividido en dos columnas nos devuelve al periódico, a la certeza de que lo más antiguo se guarda, al agradecimiento por haberlo llevado a cabo, a redescubrirlo al abrir los ojos en soledad, como si hubiéramos despertado con ese resplandor invisible a los otros, el que ilumina la imaginación y la separa de la cotidianeidad. 

Los escritores se eternizan por un título y el de Cervantes es Don Quijote. Qué respondería si le preguntáramos para quién lo escribió. Han tenido que pasar tres siglos para encontrar la respuesta en un verso de Vicente Aleixandre: para ti y para todo lo que en ti vive. 

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